El pasado jueves recibió el Premio Nacional de Investigación que lleva el nombre del físico lanzaroteño Blas Cabrera y Felipe (1878-1945). Nacido en Cartagena hace 57 años, Rafael Rebolo López se incorporó al Instituto de Astrofísica de Canarias hace tres décadas y media. "Estoy muy orgulloso por haber podido desarrollar mi actividad científica en el IAC", agradece el astrofísico y miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. "Aunque este es un premio individual, quiero compartirlo con todas las personas que me ayudaron a desarrollar mi actividad científica durante los 35 años que he pasado en el instituto", corresponde un profesor moldeado en las universidades de Granada y La Laguna que siempre destila curiosidad e ilusión en sus respuestas. "Me siento animado para seguir en la lucha y, por lo tanto, hacer las cosas lo mejor posible", apuntala sin perder de vista el concepto de equipo.

Director de distintos proyectos de cosmología, física estelar y exoplanetaria, Rebolo López es consciente que "las aportaciones científicas se hacen en grupo y, a partir de esa idea, debo decir que he estado muy bien acompañado las tres décadas y media que llevo en el IAC".

Aunque es un hombre acostumbrado a mirar al futuro, concretamente al más allá, Rafael Rebolo tiene un pensamiento ligado al pasado que es clave para interpretar el porvenir de las nuevas generaciones de científicos. "A esas personas curiosas que están interesadas en el mundo de la ciencia solo les puedo decir que esto vale la pena; que este no es un camino fácil. Sobre todo, en la primera década, donde los esfuerzos laborales son muy grandes y los suelos bastante bajos... Yo pasé por todo eso y ahora estoy peleando para que los jóvenes investigadores lo tengan un poquito más fácil. Insisto, se puede hacer ciencia en un país que no suele poner las cosas fáciles a los científicos", critica un profesional de la ciencia que ha aprendido a querer un territorio que es una extensión más de su Cartagena natal.

"Tuve la oportunidad de salir al extranjero, pero preferí quedarme en España y desarrollar mi estudios en Canarias, en un centro que es un apéndice fundamental de mi vida", explica sobre los sentimientos que le transmite el IAC. "Aunque la gente no lo sepa, el futuro de Canarias está muy unido a la ciencia... De la misma forma que se le da un valor decisivo a la educación, la ciencia debería tener el mismo protagonismo para poder enraizar el conocimiento de las generaciones venideras. Los políticos tienen que poner los medios para que esto ocurra, pero es la ciudadanía la que debe demandar esa unidad entre educación y ciencia".

Rebolo López no esconde que este país se encuentra varios pasos por detrás de lo que están desarrollando en estos momentos las comunidades científicas de nuestro entorno más cercano. "Alemania, Francia, Holanda y Reino Unido nos sacan algo de ventaja", admite en un instante de la conversación en el que rebobina su memoria hasta llegar a un Toledo floreciente en el que convivían árabes, cristianos y judíos. "Nadie puede decir que España es un país sin tradición científica -de esa época se centra en los grandes avances en el mundo de la astrofísica o medicina-, pero tampoco es mentira que el retroceso que se dio en el siglo XIX y durante buena parte del XX, especialmente en el proceso histórico que coincidió con la Guerra Civil, fue generoso. Durante el conflicto bélico se perdieron muchas mentes privilegiadas. Me acuerdo de una, que curiosamente lleva el nombre del premio que me acaban de dar, que es un referente de la ciencia: Blas Cabrera, director del Laboratorio de Investigaciones Físicas entre los años 1910 y 1937, fue depurado como catedrático por el bando franquista -sin un proceso contradictorio- en febrero de 1939.

El Premio Nacional de Investigación 2018 tiene asumido que está en la recta final de una carrera que ha sido generosa e intensa. "Sé que me queda poco, pero aún le puedo dar 10 o 12 años de utilidad a la ciencia: investigando y buscando investigadores".

Esa labor de reclutamiento es, sin duda, uno de los aspectos que más valora Rafael Rebolo. "Voy a seguir investigando mis cosas: investigando agujeros negros y buscando sistemas planetarios nuevos, pero también debo planificar lo que vendrá cuando yo no esté", desvela el director del Instituto de Astrofísica de Canarias sobre la labor de cantera que se hace en el centro. "Un científico debe asegurarse que aquello que ha iniciado él pueda ser continuado por investigadores que son mejores que él, es decir, que en los próximos años voy a dedicar un tiempo generoso a compartir mis conocimientos con las personas que tienen la preparación adecuada para ampliar este legado. No soy uno de esos científicos que se guardan secretos", recalca cuando la conversación empieza a divisar la meta. "Me queda energía para, por lo menos, estar otros 10 años al servicio de la investigación".

Miembro de la Max Planek Society desde el año 2002, Rafael Rebolo se enfrenta cada día a "problemas compejos" que lo obligan a extender su campo de visión. "Un investigador está obligado a ir un poco más allá cada día", subraya antes de desvelar un off the record del acto que se celebró el pasado jueves en la capital de España. "El Rey Felipe VI es nuestro astrónomo de honor y en su discurso, a pesar del equilibrio que debe mantener a la hora de promocionar el conocimiento, se le vio especialmente emocionado por el hecho de vincular un premio de este prestigio con el IAC. Luego, cuando tuve la oportunidad de hablar con su círculo más cercano, transmití que su presencia en el instituto siempre es bien recibida. La principal dificultad es cuadrar su agenda", dijo.

Rafael Rebolo López

DIRECTOR DEL INSTITUTO DE ASTROFíSICA DE CANARIAS