Nuevos datos sobre la investigación del asesinato de Javier Ardines, el concejal de IU en Llanes al que mataron varias personas a escasos metros de su casa en la madrugada del 16 de agosto del año pasado. Al parecer, los dos sicarios de origen argelino y el intermediario con el que supuestamente contactó el instigador del crimen, Pedro Luis N. A., visitaron Llanes días antes del suceso.

Según han podido saber los investigadores, estos delincuentes acudieron a la zona en el coche del inductor y se alojaron en un hotel. Los ahora detenidos -que permanecen en los calabozos de la Guardia Civil de Gijón y Llanes a la espera de pasar a disposición judicial- son considerados por los expertos unos "sicarios de tercera división" con escasa experiencia. Tanto que hasta cometieron un error: dejaron en el lugar del crimen restos biológicos que permitieron a los agentes identificar a los acusados, como informó en el mes de noviembre en exclusiva el periódico La Nueva España, del grupo Prensa Ibérica, al que también pertenece El Día.

De hecho fueron esos restos los que estaban en el lugar pero no en el cuerpo de Ardines los que llevaron a los agentes a identificar a los acusados, que ya estaban fichados en la base de datos por sus antecedentes y de quienes la Policía ya tenía su ADN. Pero el día del crimen no era la primera vez que los ejecutores del homicidio pisaban Llanes. Después de recibir el encargo, los sicarios se desplazaron a la zona de Llanes días antes del asesinato. Vigilaron a Ardines, controlaron sus horarios y se alojaron en un hotel de la zona. Los investigadores sospechan que para no levantar sospechas los ahora imputados vinieron en el coche del inductor.

La utilización de uno de los vehículos de Pedro Luis N.A. explica que los agentes realizasen una exhaustiva inspección de los dos turismos, un BMW y un Audi, coches ambos de alta gama. Los agentes trataban de buscar restos biológicos que ligasen a los autores materiales del asesinato con la persona que sospechan que pudo haberlos contratado.

En este punto es donde entra la actividad ilegal que, presuntamente, Pedro Luis N. A. tenía. Su alto nivel de vida sorprendía a sus vecinos y amigos. Y es que el pasado enero fue detenido en el marco de la operación Mariateza de la Guardia Civil, que desmanteló un laboratorio con 998 plantas de marihuana en una casa en Burgos. El arresto se produjo en Vizcaya, junto a otros dos individuos, I. C. G. y M. S. Z., de 24 y 38 años. Se trataba de una auténtica plantación industrial y Pedro Luis N. A. se habría encargado de montar la instalación eléctrica para hacer funcionar los ventiladores y los focos con los que hacer crecer y secar la droga.

La operación se había iniciado unos meses antes, en abril de 2018 (antes del asesinato de Ardines), cuando los agentes hallaron indicios de la existencia de un centro de producción sistemática de marihuana, extremadamente "profesional". De esa plantación tuvieron que salir cientos de kilos de marihuana. Tanto Pedro Luis N. A. como los otros dos detenidos se desplazaban desde Vizcaya a Las Merindades, a unos cien kilómetros, para tutelar la plantación. A uno de los implicados se le incautaron los 12.000 euros que llevaba encima en el momento de la detención. El supuesto instigador de la muerte de Ardines prestó declaración por estos hechos hace unas dos semanas.

Se demuestra por tanto que Pedro Luis N. A. no había roto sus lazos con el mundo de la droga, lo que explicaría la facilidad con la que dio con los dos argelinos que terminaron quitando la vida al edil de IU. El alto nivel de vida de este electricista no cuadraba a quienes le conocían. Sospechaban de un origen inconfesable.

El vizcaíno permaneció ayer durante todo el día en Llanes, donde por la mañana acompañó durante dos horas a los agentes de la Guardia Civil y a la comisión judicial en un registro de su vivienda en Belmonte de Pría -cerca de la casa del concejal asesinado-, de la que los agentes sacaron varias cajas. Por la tarde, prestaron declaración.

El instigador presentaba el mismo rostro hierático e inexpresivo que tenía al salir esposado de su casa del País Vasco el día anterior. Durante las casi dos horas que duró el registro iba con las manos esposadas por la parte delantera de su cuerpo. La aparente frialdad con la que se movió es la misma que, supuestamente, ha tenido durante los últimos meses para tramar el plan para asesinar a Javier Ardines, tras conocer que este mantenía una relación con su esposa, que a su vez es la prima de la pareja del fallecido, y actuar como si nada hubiese ocurrido.