Los profesionales estiman que unas 3.000 mujeres ejercen la prostitución en Canarias. La mayoría de ellas desea abandonar esta situación, pero no lo hacen porque no se sienten apoyadas por la administración y no se fían de ella. Razón que se asienta en la inexistencia de programas o planes de atención para las mujeres que quieran abandonar la práctica o que corran el riesgo de ser captadas.

Son algunas de las muchas conclusiones que se extraen del informe de la prostitución en Canarias, elaborado por un grupo de investigación de la Universidad de la Laguna (ULL) liderado por la antropóloga y socióloga Esther Torrado, como encargo del Instituto Canario de Igualdad (ICI) y que fue presentado ayer durante la Comisión parlamentaria de Gobernación, Justicia, Igualdad y Diversidad. Un documento que, por primera vez, muestra una radiografía exhaustiva de la compleja situación de la prostitución en Canarias, en la que impera una normalización de una práctica que no se ejerce, en prácticamente ninguno de los casos, de manera voluntaria. "Es una elección cuando hay varias posibilidades y la única opción que lleva a la prostitución es sobrevivir", añadió Torrado.

El perfil de la persona captada por las redes de trata es mayormente el de una mujer o niña extranjera (latina, africana y europea), con cargas familiares no compartidas, reclutadas en España, que han sido víctimas de múltiples violencias (psicológicas, físicas e institucionales), con escasos recursos económicos y poca formación.

Además, todas las encuestadas habían sido víctimas de violencia machista y gran parte de ellas sufrieron abusos sexuales durante la infancia. En este sentido, Esther Torrado resaltó también que, en una minoría, se han evaluado enfermedades de salud mental y problemas con las drogas, lo que a su juicio significa que "la prostitución es la que genera esas complicaciones y no al contrario".

Y es que la prostitución es "el segundo negocio más lucrativo del mundo", por eso, tanto las redes de trata como los servicios que se ofrecen son cada vez más sofisticados. "Se ha aumentado la demanda y diversificado la oferta en un montón de espacios, de tal manera que la prostitución de calle ha quedado casi como anecdótica", afirmó Torrado.

En Canarias, el consumidor, que la antropóloga definió en distintas ocasiones como "voraz", solicita "variedad y precios bajos", lo que deriva en que las mujeres acaben "circulando" por distintos lugares o incluso, entre islas, bajo solicitud previa. Tenerife y Gran Canaria son las que tienen mayor demanda, lo que para los especialistas es un síntoma de la existencia de una modalidad de turismo que propicia estos comportamientos.

La situación en las Islas se engloba, finalmente, en un aura de "normalización" de lo que al fin y al cabo es violencia sexual, pero que aún es concebido por parte de muchos hombres como "un servicio necesario".

Si el principal riesgo para ejercer la prostitución es ser mujer, para un consumidor es ser hombre. Se inician de forma temprana, primero con la pornografía, que, en su variedad y gratuidad, se convierte en "la antesala del consumo" porque el hombre acaba "buscando satisfacer sus fantasías sexuales -las que han visto en el porno- con mujeres que lo permitan".

Para lograr establecer los perfiles específicos del tipo de consumidor, los investigadores tuvieron que contar con un equipo masculino para realizar estas encuestas. Así pudieron determinar que existen dos tipos de discursos mayoritarios entre los hombres: el mercantilista misógino y el mercantilista dominante.

El primero es "el más peligroso", como advirtió Torrado, ya que considera que las mujeres son viciosas, fingidoras y materialistas. Un pensamiento estrechamente asociado a un mayor riesgo de agredir sexualmente a las mujeres. El segundo, que es más común entre los jóvenes, "carece de empatía" y busca una experiencia gratificante y de ocio que considera "necesaria". Este último, según Esther Torrado, es consecuencia de un "abandono generacional" en educación afectivo-sexual. El estudio ha establecido un último perfil, denominado "crítico-samaritano", que engloba a aquellos hombres que han tomado conciencia aunque anteriormente hayan sido consumidores.

LAS CIFRAS

3 de cada 4 canarios creen que no debería prohibirse la prostitución.

83% de los consumidores estuvieron casados.

91,6% de las mujeres que ejercen prostitución lo hacen por necesidad o coacción, el 48% porque le gusta.

11% de la población condena la prostitución, pero la mayoría (42%) considera que es un tema privado.