La ciencia ficción a lo largo de la historia ha planteado los problemas que produce el desarrollo de una tecnología que suele acabar mal. Desde el mito de Frankenstein hasta la película "Terminator" el temor a que una creación tome conciencia y se vuelva contra su creador es un escenario recurrente.

En 2016, la Casa Blanca publicó el informe "La inteligencia artificial, la automatización y la economía", que detalla cómo estos avances impulsarán el crecimiento económico a costa de destruir empleos. Es una característica de la llamada cuarta revolución industrial, que construye máquinas "capaces de hacer trabajos de forma autónoma para los que las personas necesitamos inteligencia", destaca José Luis Calvo, director de Inteligencia Artificial en la consultora Sngular. Más allá de realizar tareas cada vez más complejas como conducir, o ser imbatibles en juegos como el ajedrez, estas entidades empiezan a "replicar" actividades consideradas intrínsecamente humanas como interpretar una radiografía, pintar un nuevo cuadro de Rembrandt o llegar a finalista en un concurso literario. Este tipo de habilidades provocarán importantes cambios en el ámbito laboral. En el año 2020 el 85% de las interacciones con clientes se realizarán con máquinas, según Gartner. Por su parte, el Foro Económico Mundial (FEM) ha destacado cómo en los próximos años desaparecerán empleos que requieren habilidades de nivel medio como los administrativos, trabajadores de fábricas y servicio al cliente.

Los avances permiten crear entidades que comprenden el lenguaje, miden la complejidad de los problemas, con habilidad para superarse, e incluso empiezan a replicar la creatividad humana. Se ha iniciado una revolución con tecnología capaz de reemplazar puestos de trabajo en los que "se necesita pensar". Si hasta hace poco siempre se partía de un entrenamiento de los algoritmos realizado por humanos, en la actualidad se crean programas que aprenden por sí solos, sin intervención humana, que sorprenden por "tomar buenas estrategias que una persona no habría hecho", aunque eso no signifique que "entienda el juego", recalcó Calvo.

Sin embargo, la creación de una conciencia digital aún parece lejana. Los riesgos presentes de esta tecnología, más que por falta de empatía a sus creadores, están asociados a los efectos que ocasionará en una economía global atada a unos algoritmos que toman decisiones por sí solos y que no se podrán apagar. Máquinas sobre las que continuamente se delegan nuevas tareas "inteligentes" que incluso actuarán de forma proactiva al utilizar big data.

En una sociedad que progresivamente automatizará casi todo el "trabajo tal y como se entiende ahora", la humanidad no parece tener mucho futuro salvo por la "capacidad de desear y ponernos objetivos", una actitud no replicable por la inteligencia artificial. De momento.

Escuche la entrevista íntegra con José Luis Calvo, director de Inteligencia Artificial en Sngular.