El jueves 23 de diciembre de 1982 el periódico EL DÍA titulaba en su portada -la primera de las 136 páginas de ese número-: "Corrió el champán en Arafo y en la Nifú-Nifá". En la información se daba cuenta de que Tenerife resultó agraciada en el Sorteo Extraordinario de Navidad con mil millones de pesetas.

Según los datos aportados, la administración de lotería número 13 El Trébol, de Santa Cruz de Tenerife, vendió cuarenta series del número 63539, correspondiente al cuarto premio. "La Afilarmónica Nifú-Nifá compró un total de 20 billetes de la serie premiada y los repartió en participaciones de 500 pesetas", y otros once billetes se vendieron en el Centro Cultural y Recreativo de Arafo, repartido en participaciones de 250 pesetas. Otros ocho billetes los vendió directamente la administración número 13 y la serie restante la distribuyó un vendedor ambulante, precisaba la información. Muchos de los araferos agraciados se reunieron en el Centro Cultural y Recreativo, que entonces presidía Máximo Méndez Amoro, donde se ejecutaba la obra de su auditorio.

Como dato curioso, la administración que vendió el cuarto premio comenzó a funcionar en octubre del año anterior. De hecho, el titular de El Trébol, José Aljibes, había ido a finales de 1981 a Arafo para ofrecer los servicios de su administración, que llevaba el número 13. En declaraciones a EL DÍA, aquel 22 de diciembre de hace 36 años, Aljibes aseguró que "tenía el presentimiento. En toda la noche no pude dormir pensando que iba a repartir un premio". La suerte no le había sido esquiva a El Trébol, que en abril de ese mismo año 1982 repartió dos billetes de un segundo premio, el equivalente a veinte millones de pesetas.

De los mil millones que dejó el 63539 del segundo premio de la Navidad de hace 36 años, la Nifú-Nifá repartió más de 240 millones en participaciones entre componentes, familiares y amigos. Algunas, incluso, se vendieron entre el personal del Banco Santander y el departamento de la Obra Social de la Caja General de Ahorros de la capital tinerfeña.

Francisco González Bethencourt, hermano del director y fundador, Enrique, y también dueño de la ferretería El Martillo y tesorero de la Afilarmónica, declaró aquel 22 de diciembre a EL DÍA que la murga adquirió las once series con mucha antelación al sorteo. "Lo mínimo que ha ganado cada componente ha sido 500.000 pesetas". La Afilarmónica sacó cinco participaciones de 500 pesetas de cada décimo, que costaba en aquella época 2.500.

Cándido Acuña, en la actualidad director artístico de la Afilarmónica y miembro de la sociedad hace 36 años, recordó que ganó un millón de pesetas gracias a las dos participaciones que había adquirido. "¡Y con un millón de pesetas me compré un piso de tres habitaciones en el polígono de Ofra! Hoy con 6.000 euros casi no te da ni para un coche", comenta. Recuerda que solo un componente de la Fufa se quedó sin premio, porque no compró: Alberto González, "El Lana", que tocaba la caja, "de los mejores percusionistas que hemos tenido". Otro de los agraciados, Antonio Toledo y su hijo, del mismo nombre, con un millón y medio millón respectivamente. Antonio Toledo padre recuerda que había costumbre que la sociedad siempre compraba lotería para la propia institución, salvo ese año que se olvidaron. "Cada papeleta era a 500 pesetas y se iba como el agua". Con el dinero ganado, recuerda que "bastante viajó" con su esposa, después de pagar "agujero, y hasta faltó", comenta con humor murguero.

Inicialmente se comentó que un miembro o socio de la murga había resultado agraciado con 25 millones de pesetas.

Francisco González Bethencourt precisó a la prensa de la época que la Afilarmónica devolvió algunas series que no llegó a vender, aunque las había reservado.

Otro de los agraciados del sorteo de Navidad de 1982, Sergio Hernández de León, que ganó dos millones de pesetas -al tener cuatro papeletas premiadas con medio millón cada una-. "Repartí el premio con toda la familia", comentó el pasado miércoles. Recuerda con orgullo que vendió dos talonarios, el equivalente a doscientas participaciones; en total, repartió 50 millones de pesetas del segundo premio.

La suerte de la Fufa llegó a la Caja de Ahorros por lazos de consanguinidad. Domingo Carrillo, del departamento de Publicidad de la entidad, era hermano del presidente de la Afilarmónica, Roberto Carrillo, y llevó 40 participaciones para sus compañeros de trabajo, el equivalente a 20 millones de pesetas. Eliseo Carrillo, hermano de Domingo y Roberto, recordaba el miércoles que días antes de aquel sorteo Roberto -que desde los 19 años hasta su fallecimiento fue presidente de la Fufa en dos etapas durante casi cuatro décadas- pasó por la oficina del Banco Banesto de la calle Salamanca, de la que era director Domingo, y le preguntó si había vendido toda la lotería. Apesadumbrado, le dijo que se le había quedado un talonario y no lo había devuelto. Roberto se lo echó al bolsillo y se fue de vacaciones a La Gomera. Allí, desde la casa familiar en Agulo, siguió el sorteo y cuando escuchó el segundo premio reconoció el número que le permitió ganar unos ocho o nueve millones.

Eliseo, que durante casi 30 años fue directivo de la murga y presidente durante 18 años, precisa que las papeletas que sacaba la Afilarmónica costaban 500 pesetas y el comprador jugaba doscientas pesetas de dos números, lo que le reportaba a la murga un beneficio de 100 pesetas. Empleados de la oficina principal del Banco Santander, en Santa Cruz, también se repartieron unas 500 participaciones que les vendió su compañero Víctor Morales, según recordó entonces EL DÍA. Entre los más agraciados, Domingo Ortega Macías, trabajador del Santander y fundador de la Ni Pico-Ni Corto infantil -en 1973-, que resultó agraciado con una participación del 63539 de la Fufa y dos décimos del 10047, premiado con 25 millones de pesetas la serie. En total, ganó cinco millones y medio.

Otro de los grandes de la Ni Fú-Ni Fá, el padre del "Cubanito", Nicolás Mingorance, recuerda que llevaba dos papeletas, el equivalente a un millón de pesetas, un acontecimiento que convirtió en canción para el Carnaval 1983, dos meses después,; algo impensable si ocurriera ahora, pues la mayoría de las murgas ya rematan su cuarto y último tema.

Treinta y seis años después, la Fufa sigue jugando un número parecido: del 63539 agraciado con el segundo premio en 1982, en la actualidad apuestan por el 65439, que mantiene los dos terminales. Pero con las mismas ilusiones de entonces, como si fuera el primer año de la propia murga.