La historia de la familia Zapp es tan increíble que solo puede ser verdad. Un guion cinematográfico parecería demasiado enrevesado. Una pareja de argentinos, Herman y Candelaria -él de River, ella de Boca-, decidieron en enero de 2000 dejar atrás las crisis de su país y embarcarse en una aventura para "ver qué hay más allá". En principio iba a durar unos pocos meses y les iba a llevar hasta Alaska como mochileros. Casi 19 años después, todavía no han terminado la particular vuelta al mundo tras recorrer más de 90 países en los cinco continentes y 350.000 kilómetros en su Graham Paige de 1928. El principio del final llegará al partir del próximo día 26 desde Tenerife hasta la Guayana francesa y volver, vía Brasil, a la Argentina.

La pareja partió sin hijos con 31 y 29 años, respectivamente. Hoy tienen 50 y 48. Y, además, cuatro chicos nacidos durante el viaje. Nahuel Pampa, de 16, en Carolina del Norte (USA); Lucas Tehue, de 13, en Argentina; Paloma Huyaa, de 11, en Canadá, y Marco Wallaby, de 9, en Australia.

Herman recuerda: "Salimos con un auto de 72 años, al que apenas le daban vida para cien kilómetros, con poco inglés, nada de mecánica, apenas 3.000 euros y mucho miedo". Al poco, "el coche se rompió, pero por fortuna no volvimos atrás porque lo probable es que nos hubiéramos quedado". El balance, 18 años después, es concluyente: "Solo me arrepiento de no haberlo hecho antes porque aunque entonces fue una decisión difícil ha sido lo mejor de nuestra vida".

Insiste en que, aunque "la tierra de uno es como la madre" y la vuelta les atrae, "estamos en condiciones de continuar pero este es el momento de parar".

Se han financiado con el libro "Atrapa tu sueño" (están en todas las redes sociales), en el que "más que explicarla compartimos la historia. Los que aparecen en la foto de portada podemos ser Cande y yo o cualquier otra pareja con un sueño cumplido". Herman cuestiona: "Lo contrario de día es noche y de blanco, negro. Pero el antónimo de sueño no existe. Solo queda cumplirlo".

Durante estos días en la isla, como en otros sitios -"hemos residido en más de 2.000 hogares"- se han quedado en la casa de sus amigos David y Fany en el barrio capitalino de La Gallega. Aseguran que "más que los sitios, la Torre Eiffel, el Gran Cañón o la Barrera de Coral, recordamos a quienes conocimos allí, nuestros amigos". En este sentido declaran que "es un lujo estar en Tenerife, pero más aún poder entrar en la casa de los canarios".

Han tenido problemas "pero ninguno grave en cuanto a seguridad. Nuestro entorno nos advertía sobre eso, que si estábamos locos, que podía pasarnos cualquier cosa. Han pasado pero era necesario para encontrarnos con otro amigo". Al respecto concluyen: "En el camino aprendes a creer. Hay algo, llámese Sol o Dios, lo que sea porque se nos ha presentado durante todo este tiempo".

Herman y Cande vuelven a casa, casi dos décadas después de partir, plagados de historias, de experiencias y de amigos. Ah, también de hijos, en este caso cuatro, sus mayores tesoros del viaje.

Un velero en su camino

Herman vio en Sudáfrica un velero de una organización ecologista y pensó que sería "ideal" para cruzar el Atlántico. El destino lo juntó con Cornelius Bockermann -"un buen equipo", dicen- , propietario del "Avontuur" (Aventura), de bandera alemana y 44 metros de eslora, capitaneado por Julian, que les llevará a la Guayana Francesa. Antes, una operación clave mañana: cargar el coche en el barco con una grúa. Y esta tarde siguen las charlas aquí con una gratuita a las 19:00 en el IES Viera y Clavijo lagunero.

Un vehículo único

El Graham y sus 90 años de historia es otro atractivo: "Con él hemos sacado sonrisas a niños de 2 años y a señores de 90. Cande se siente como la Reina del Carnaval y yo como el papa. Lo compré porque lo sentí y me enamoré. En el Amazonas construimos una canoa y lo llevamos encima. Y en Filipinas lo paseamos por islas donde nunca habían visto un coche".

Un cambio inminente

Los chicos han estudiado por el Sistema de Educación a Distancia Argentina (SEAD). Pampa, el mayor (hincha de Tigres), asegura: "Para mí la rutina, lo cotidiano, es estar de viaje. Pero creo que me voy a adaptar bien a la nueva vida".