Los ocho millones de toneladas de plástico que cada año reciben los océanos no solo matan a las ballenas, tortugas y aves marinas: están ya en nuestra mesa, en el pescado, en la sal, en el agua del grifo, en la embotellada y hasta en la cerveza. Son una amenaza y exigen actuar ya.

Este es el mensaje que pretende lanzar "Micro 2018", la conferencia que por segundo año reúne en Lanzarote a los principales grupos científicos del mundo involucrados en esta materia, por iniciativa del grupo Marine Sciences for Society, la Unesco y universidades de distintos países como las de Cornell (EEUU), Plymouth (Reino Unido), Versalles (Francia), Siena (Italia) o Las Palmas de Gran Canaria.

"No podemos permitirnos seguir sin hacer nada. Hemos llegado a un nivel de contaminación por los plásticos que necesitamos actuar ya", resume para Efe una de las coordinadoras científicas de la conferencia, Bethany Jorgensen, investigadora del Laboratorio de Ecología Cívica de la Universidad de Cornell, en Nueva York.

Los expertos que participan en este congreso toman como referencia a Lanzarote porque esta isla, reconocida como Reserva de la Biosfera hace 25 años, viene alzando la voz con este problema desde hace una década, desde que playas como Famara y otras calas de su costa norte comenzaron a llenarse de plásticos arrastrados por la Corriente de Canarias desde múltiples puntos del Atlántico.