Hace casi cincuenta años que Anna Ferrer inició "la mejor aventura" de su vida junto a Vicente Ferrer en India, y aunque allí va a seguir trabajando porque aún queda mucho por hacer, tiene ganas de iniciar un proyecto en España: "aquí hay necesidad también", dice.

"Todavía hay mucha necesidad en India, pero los tiempos y las situaciones cambian, y hay necesidad en España también. Desde hace años tengo ganas de seleccionar una causa aquí, y estoy segura de que a algunos de nuestros padrinos les gustaría ayudar a los pobres que hay en España", explica la presidenta de la Fundación Vicente Ferrer en una entrevista con Efe.

Siguiendo el indicador Arope, el índice de referencia en la UE, más de 12 millones de españoles, el 26,6 por ciento, estaban el año pasado en riesgo de pobreza o exclusión social; ese porcentaje se eleva al 31 % en el caso de los menores, lo que supone más de 2,6 millones.

Precisamente es por los niños españoles por donde le gustaría empezar a Anna Ferrer, que también desearía extender la labor de la Fundación a otros países como Nepal.

De momento, continúa devolviendo "la dignidad a las personas" en India, donde se estableció desde su Essex (Gran Bretaña) natal en 1963, cuando solo tenía 16 años; en 1969 decidió acompañar hasta Anantapur al misionero español, al que había conocido un año antes mientras le entrevistaba para el semanario en el que trabajaba.

"Llegamos cuatro personas con maletas, sin fondos, sin organización y sin equipo, pero Vicente tenía el poder de convencer a las personas", rememora. Y el compañero de la que ha sido "la gran aventura" de su vida les contagió esa "motivación tan fuerte con la que puedes subir montañas, conquistar el mundo y erradicar la pobreza".

Una pobreza que no es solo "vivir en chozas o no poder hacer más de una comida"; es "no tener tu propia voz, tu propio destino. Eso es pobreza, cuando no tienes tu propia vida".

Cuando llegaron no solo la escolarización de los niños era inexistente, sino que sus padres "no creían en la educación, pensaban que era solo para los hijos de la casta alta"; convencerles sobre su importancia les llevó nada menos que 20 años, y eso que solo se trató de un trabajo de concienciación.

Hoy en día, en esa zona hay una tasa de escolarización del 100 % en Primaria y del 80 % en Secundaria, aunque todavía tienen que estar muy atentos a que las chicas lleguen a 2º de Bachillerato porque, si abandonan antes, sus padres conciertan sus matrimonios cuando apenas tienen 15 ó 16 años.

Ése es otro de los logros de la Fundación que ahora dirige junto a su hijo Moncho, el de haber retrasado el matrimonio de las chicas hasta los 18 años; un logro que ahora espera exportar a las 1.500 nuevas aldeas de fuera de Anantapur en las que han iniciado sus programas y en las que confía ver resultados en menos tiempo, "unos 15 años".

De hecho, dentro del programa integral de desarrollo impulsado por la Fundación, y que garantiza el acceso a la salud y la educación de más de tres millones de personas, la igualdad y la lucha contra la discriminación de género y la violencia hacia la mujer ha sido otro de sus pilares.

Y en esto España, afirma, "es un país de referencia" para las mujeres indias.

A punto de cumplir el medio siglo, la organización ha programado para 2019 distintas actividades, entre ellas una "ultramaratón" de 170 kilómetros el próximo 25 de enero o la inauguración de las viviendas para las 253 familias que han vivido durante 40 años entre las sepulturas del cementerio de Bogadi Thota.

Pero Anna Ferrer quiere celebrarlo "trabajando, trabajando y trabajando". "Vicente decía siempre que el desarrollo no es un proyecto ni de cinco años ni de diez, es un trabajo de vida", rememora.