La mayoría de países dejó de cazar ballenas hace tres décadas, pero el hombre sigue siendo responsable del 20% de las muertes de cetáceos, incluso en lugares considerados santuarios para estos animales: el tráfico marítimo, la pesca y el plástico tienen la culpa.

La revista PLOS One publica este mes los últimos datos -periodo comprendido entre 2006 y 2012-, que evidencia el permanente seguimiento que realiza la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) sobre los varamientos de cetáceos en Canarias.

En esos siete años, llegaron a las costas de las islas 320 cetáceos muertos o ya moribundos, a 224 de los cuales se realizó un necropsia detallada en el Instituto de Salud Animal de la ULPGC (IUSA) para determinar la causa de la muerte, una muestra que incluye 21 especies, 17 de odontocetos (literalmente "cetáceos con dientes", como delfines, calderones, cachalotes, zifios...) y cuatro de misticetos (término que engloba a la mayoría de las ballenas).

En 39 de los casos (19% sobre los 208 con causa conocida), se pudo determinar que el animal no había muerto por una enfermedad ni por otro proceso natural, sino debido a la actividad humana: 24 perecieron arrollados por barcos, diez tras enredarse en redes o aparejos de pesca y cinco por las obstrucciones o lesiones digestivas provocadas al haber engullido residuos de plástico.