El olivo más longevo de la Península Ibérica está en la comarca lusa de Abrantes, en una localidad de esta región del centro de Portugal de 1.500 habitantes bañada por el río Tajo, Mouriscas, donde todos conocen al viejo árbol como Olivo del Mouchão.

El árbol, con 3.350 años, ha sido datado en el marco de un proyecto que está desarrollando la Universidad Tras-os-Montes e Alto Douro (UTAD) de Portugal en colaboración con la empresa lusa "Oliveiras Milenares".

El responsable de la iniciativa es el investigador de la UTAD Jose Luis Lousada quien, en declaraciones a EFE, asegura que este árbol "teóricamente, podría ser eterno".

El alcalde de Mouriscas, Pedro Matos, explica que este ser vivo se encuentra en perfecto estado y que, aunque nadie las coge, todos los años da muchas aceitunas.

Mouriscas, un pueblo con vestigios monumentales y centenarios lagares, tiene como principal reclamo turístico el Olivo del Mouchão, con un altura de 3,2 metros y un tronco con un perímetro de 11,1 metros.

Es uno de los más antiguos del mundo, junto con otros olivos de Palestina, ya que, según expertos, en Belén podría haber alguno de entre 4.000 y 5.000 años de antigüedad.

Para poner en valor este patrimonio natural, la UTAD está datando los olivos milenarios más relevantes mediante un método matemático que el propio Lousada ha patentado.

Se trata de "un modelo matemático que, en función de diferentes parámetros, tales como la dimensión que ha ido adquiriendo y su ubicación, permite establecer al edad del árbol", aseguró a EFE el investigador portugués.

El método fue validado mediante un ensayo con 600 olivos y en los últimos meses ha permitido datar otros olivos tanto de Portugal como de Francia o España.

De especial relevancia en cuanto a su longevidad son los olivos españoles que se sitúan en la calzada romana de Vía Augusta (costa del mar Mediterráneo), aseguró Lousada, ya que se trata de árboles de la época romana o, incluso, anteriores, que "tienen muy buena salud".

Estos olivos fueron muy cuidados por los romanos, que usaban su aceite para la iluminación y también como cosmético, sobre todo para lavarse e hidratar el cuerpo.

La civilización romana incluso "atribuía poderes sobrenaturales a los olivos", de ahí que estos árboles no fueran arrancados, como podía ocurrir con otros tipos.

En el proyecto de certificación de edad de olivos que desarrolla la UTAD sobresale un ejemplar localizado en la isla española de Menorca, que, según el método de Lousada, tiene 2.310 años.

También han certificado otros olivos milenarios localizados en la provincias españolas de Girona y Málaga o en el sur francés de Burdeos.

Otro de los olivos más viejos de la península ibérica, con 2.850 años de antigüedad, está en Irira de Azóia, ubicado 20 kilómetros al norte de Lisboa.

El secreto de la longevidad de estos olivos está en que "son bravíos y no han sido sometidos a injertos", argumentó Lousada.

Estos olivos milenarios tienen una gran capacidad para rejuvenecerse, ya que "las partes más antiguas mueren y dan paso a nuevos brotes".

"El mayor enemigo de estos olivos es la propia motosierra del hombre", concluyó Jose Luis Lousada.