Salieron de allí de manera precipitada. Tanto que "ni siquiera fue de un día para otro sino cuestión de horas, con la comida caliente en la mesa y dejándolo todo atrás, desde las tierras a las esperanzas del futuro. La vida, o sea, todo y de repente", aseguran desde el colectivo que les aglutina hace unos 15 años. Son los españoles, entre 5.500 y 6.000, funcionarios y trabajadores, que a finales de los años 60 tuvieron que huir de estampida del país ante la imposición del régimen dictatorial de Francisco Macías -tío del actual presidente, Teodoro Obiang-. Unos 70 de ellos eligieron el pasado fin de semana el Puerto de la Cruz para su encuentro anual con la referencia de fondo de la excolonia africana a la que muchos nunca volvieron. Con Guinea Ecuatorial en el corazón. A veces a través de una imagen nostálgica, "congelada" en aquel momento histórico y poco que ver con la actual, pero siempre muy presente.

Vicente García dirige la asociación aunque el alma máter de la visita de este 2018 a la isla sea Miguel Sánchez Capuchino, que se quedó e hizo su familia aquí. Conocido por su segundo apellido, era trabajador del Banco Exterior, donde se jubiló posteriormente.

"Hace unos quince años -recuerda Capuchino-, o sea, 36 después de aquel exilio exprés, nos reunimos en Madrid a través de una noticia en el periódico. Las peticiones llegaron de todas partes de España y el hotel Victoria del barrio de Santa Ana se desbordó con más de 450 personas, por lo que tuvimos que reunirnos en la plaza anexa, que también se quedó pequeña. A partir de ahí se instauró este encuentro anual cada mes de septiembre que el año pasado hicimos en Fuengirola y este en el hotel Turquesa Playa del Puerto de la Cruz".

La experiencia ha sido gratificante durante dos jornadas. "Algunos han aprovechado para visitar la isla o incluso otras como La Gomera, pero lo principal ha sido una vez más la convivencia de quienes empezamos a contactar a través de internet y siempre tuvimos la necesidad de vernos y hablarnos. Unos nacidos allí y otros no pero todos pasamos los mejores años en Guinea y tuvimos que cortar drásticamente nuestra existencia vital".

No faltaron las partidas de pikabu, juego de dados tradicional, con entrega de trofeos a los ganadores incluida. Pero el número estrella fue el baile típico africano con música propia de Guinea -"el merengue, en contra de lo que se cree, nació en África y luego fue a Sudamérica"- y los participantes ataviados al estilo del continente negro. Un espectáculo para quien no lo haya visto y una manera de reafirmar lo vivido para aquellos que lo repiten con carácter anual.

El programa lo cerró el domingo una comida en el propio hotel con la actuación estelar del bailaor tinerfeño Genaro Arteaga, buen amigo del grupo, que ofreció algunas piezas de flamenco.

El amor y la nostalgia de Guinea cuando su capital era conocida como Santa Isabel y no tenía su nombre actual, Malabo, tuvo traducción un año más. En todos los sentidos desde las costumbres a lo más cotidiano pasando por la referencia a lo que pudo ser el gran pulmón económico de España, "un lugar riquísimo en materias primas que extrae 600.000 barriles diarios de petróleo. Pero esa es la historia de lo que pudo haber sido y no fue porque se quedó para siempre en nuestros corazones".

"Éramos tan jóvenes"

Capuchino recuerda su último viaje a Guinea en avión "con solo dos personas" y los momentos de tensión vividos cuando existía la animadversión hacia todo lo español. Rememora "cómo desarmaron a los guardias civiles". O la salida definitiva de la colonia que le llevó a Tenerife "con lo puesto" en la escala del buque "Ciudad de Oviedo". Luego retornaría a la isla, donde se casó y vive con su familia. Añade que "cada uno cogió destino en un lugar de España o en el extranjero donde tenía familia o amigos. La mayoría nos conocíamos y guardamos los teléfonos, un tesoro". Insiste en que "allí pasamos casi todos los mejores años de nuestra vida y al tener que cortar drásticamente nos sentimos huérfanos, como si hubiéramos perdido algo nuestro y muy importante. El encuentro en Madrid resultó muy emocionante porque no nos habíamos visto en 36 años, muchos perdieron su trabajo y otros, en centros oficiales, fuimos trasladados muy lejos. Ese reencuentro fortaleció nuestra relación y nos vemos cada septiembre para recordar". En cada lugar solicitan a un medio informativo que deje constancia de la cita.