Las dificultades han acompañado al protagonista de esta historia, Fran, prácticamente desde el principio. Apenas con unas horas de vida fue trasladado a Tenerife desde su isla natal, La Palma, por su problema de salud, una lesión medular, la espina bífida y porque "aquel era un hospital de Las Nieves con muy pocos medios". Con los años se fue superando hasta culminar sus estudios de auxiliar administrativo y realizar prácticas en algunas empresas. Sin embargo, ahora, a los 33, prima la decepción tras un largo periplo en busca de trabajo. Tanto que pronuncia una frase muy dura: "Prefiero quedarme en casa a salir a un mundo lleno de barreras".

Barreras físicas en una ciudad, Santa Cruz de Tenerife, en la que reside y califica como "llena de puntos negros en cuanto a la accesibilidad". Pretiles de acera que se convierten en muros infranqueables, vallas, rebajes mal rematados, coches aparcados de cualquier manera o una recurrente carencia de baños adaptados en lugares públicos.

"Lo notas en el transporte público, por ejemplo en el tranvía, aunque todavía quede buena gente, educada y con valores, también jóvenes, no caigamos en estereotipos erróneos", apunta para sentenciar: "Pero yo ya no espero. Si un vehículo ocupa un espacio reservado o un rebaje llamo inmediatamente a la policía. Me han hecho mucho mal de ojo cuando llega el conductor, pero...".

Y las barreras mentales. Como las que en el año 2000 le llevaron a tener que cambiar de zona de residencia, desde el entorno de Ramón y Cajal a El Toscal, por la insolidaridad de unos vecinos que se negaron a adaptar la entrada a la comunidad colocando una rampa. O las, de momento, insuperables que ha recibido en su largo periplo para insertarse en el mercado laboral.

"Estoy apuntado al paro pero sin derecho a nada porque para darme la paga de desempleo me quitarían mi pensión, que es de lo que vivo", resume Fran.

No será por no haberlo intentado. Acabó Secundaria y se matriculó en un Grado Medio de FP para acabar como Auxiliar Administrativo. Tras hacer las prácticas "me apunté en la oficina de empleo, en algún centro especial, en Sinpromi o en empresas de trabajo temporal. Nunca me había sentido tan excluido y etiquetado como discapacitado -palabra que rechaza y que no va a aparecer más en estas líneas, al igual que otra, ofensiva para él solo con mencionarla- y sin que vean que soy una persona más. Con ciertas limitaciones médicas, eso sí, pero que se pueden superar, aunque la sociedad que me rodea no lo entienda y siga negándose a integrarme, tanto a mí como a otras muchas más personas en idéntica situación a la mía. Para etiquetas ya tenemos el DNI, que es lo que nadie ve y encima es común".

Fran valora: "Estoy en paro y he recibido alguna oferta del Servicio Canario de Empleo (SCE) que no han salido adelante exclusivamente por problemas de transporte y de carencias en cuanto a la accesibilidad".

Al respecto comenta: "Hace poco recibí una oferta del Servicio Canario de la Salud, donde consta mi currículo, igual que en el SCE, y la sorpresa llegó cuando les dije que estoy en silla de ruedas. Eso demuestra que no se lo leyeron. Tras saber eso la oferta se evaporó porque muchos centros de salud carecen de accesibilidad e incluso de un baño adaptado. O bien el aseo está en una planta distinta, por lo que tendría que ausentarme de mi puesto de trabajo para ir".

Ahonda en esta idea: "Me cuesta entender que una administración pública -o una empresa privada a la que no se obliga a a llevar a cabo la integración junto a cumplir con la accesibilidad- carezca de adaptaciones que puede necesitar cualquier empleado. No es entendibe en una sociedad de la igualdad que esto les pase a personas capacitadas para desempeñar un trabajo según la formación que han recibido".

Fran concluye con cómo afronta las barreras físicas y mentales que le pone la sociedad: "Estoy en silla de ruedas y a la hora de hacer una vida normal mejor quedarme en casa que salir a la calle".

Fran Rodríguez

persona con diversidad funcional actualmente en desempleo

¿Integración?

Fran considera un asunto tabú el poder llevar a la práctica y hacer cumplir la legislación vigente. Por un lado, la Ley de Integración de Canarias (Real Decreto 1/2013, de 29 de noviembre, que aprobó el Texto Refundido de la Ley General de personas con discapacidad y de su inclusión social) de personas con diversidad funcional (motora, intelectual, auditiva, visual o con trastorno de la salud). "No solo ya por el estado de salud de cada uno -apunta Fran-, sino por la falta de tacto de quienes nos rodean". O la Ley de accesibilidad y supresión de barreras físicas y de la comunicación (BOC 50 de 24 de abril de 1995), hoy en día "obsoleta", señala Fran para resumir: "A la hora de buscar y conseguir un puesto de trabajo la accesibilidad, o sea, acabar con las barreras arquitectónicas de cualquier tipo, impera sobre la integración; es decir, sin la primera, la segunda no se cumple de ninguna manera".

¿Igualdad?

Fran argumenta que desde su punto de vista y fundamentalmente sus experiencias vitales "lo de la sociedad de la igualdad (tan de moda por repetido) es según se mire. Por un lado está la igualdad de género, de la que tanto se habla y en la que creo que se están dando pasos. Por otra parte está la igualdad de condición, que es la que en sí no se cumple en ningún aspecto".

¿Independencia?

Un alegato para lanzar a quien lo quiera escuchar y entender: "Está claro que nuestros padres no viven eternamente o que las prestaciones que nos dan para vivir en una casa, aunque sea de alquiler, tampoco nos llegan, pues tendríamos que decidir entre pagar comida, agua y luz o las medicinas y lo que nos haga falta para nuestra higiene personal. Todo no, pero una o dos cosas tal vez sí. Todo esto hace que al final seamos dependientes, no solo por nuestro estado, que también, sino también por la precariedad a la hora de poder ser independientes".