Investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias participan en el equipo científico de la misión espacial Planck, un proyecto de la Agencia Espacial Europea que estudia el fondo cósmico de microondas, la radiación fósil del Big Bang, y cuyos nuevos datos refuerzan el actual modelo del Universo.

En concreto, y según indica el IAC en una nota, los últimos datos obtenidos por la sonda Planck de la Agencia Espacial Europea (ESA) confirman, con un alto grado de certeza, el modelo cosmológico estándar que describe actualmente la formación y la evolución del Universo.

Las conclusiones, que acaban de presentarse, ratifican con mayor precisión que en anteriores publicaciones la temperatura y la polarización de la conocida como radiación de fondo de microondas, una luz fósil que se generó en el inicio del Universo y cuyas características proporcionan una valiosa información sobre la edad, el ritmo de expansión, la historia y el contenido energético del Cosmos.

Según Jan Tauber, científico del proyecto Planck de la ESA, “hasta ahora el modelo estándar de la Cosmología ha superado todas las pruebas y Planck ha hecho las medidas que lo demuestran”.

Por su parte, Reno Mandolesi, investigador principal del instrumento LFI (Low Frequency Instrument) de la Misión Planck en la Universidad de Ferrara (Italia), considera que el rigor obtenido en el procesamiento de los datos pone fin a la prudencia previa sobre su validez y afirma que "ahora estamos seguros de que podemos obtener un modelo cosmológico basado solamente en temperatura, solamente en la polarización o uno basado en la temperatura y la polarización; y todos encajan”.

Estos resultados finales, que han sido bautizados como ‘el legado de Planck’, confirman a los cosmólogos su actual descripción del Universo como un lugar que contiene materia ordinaria, materia oscura fría y energía oscura, y poblado por estructuras que se habrían originado en una breve fase inicial de expansión acelerada denominada inflación.

Sin embargo, aunque la misión ha proporcionado a los investigadores una reafirmación de sus modelos, sigue habiendo algunos interrogantes por resolver.

Para José Alberto Rubiño, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y miembro del consorcio Planck, el legado de Planck verifica, con una precisión sin precedentes, el modelo cosmológico estándar, aunque este modelo no está completo puesto que no se ha conseguido una detección de ondas gravitacionales primordiales, tal como predicen los modelos de Inflación.

Y añade: “Los mapas de Planck son una guía excepcional en nuestra búsqueda de esa señal primordial asociada a la primera fracción de segundo de vida de nuestro Universo”.

Otra de las cuestiones que aún necesita una explicación está relacionado con la expansión del Universo, cuyo ritmo viene dado por la llamada Constante de Hubble.

Para calcular este valor, que mide el ritmo con el que la velocidad de expansión del Universo varía con la distancia, se pueden utilizar dos técnicas: una tradicional, usando el Universo local y midiendo la luminosidad aparente de ciertos tipos de estrellas variables cercanas y de estrellas en explosión cuya luminosidad absoluta se puede estimar de forma independiente; y otra basada en el Universo temprano y distante, usando el modelo cosmológico que se ajusta a la imagen del fondo cósmico de microondas.

Aunque estas dos formas radicalmente diferentes de determinar la constante de Hubble proporcionan resultados próximos, ambas partes están convencidas de que cualquier error producido por sus métodos de medida es demasiado pequeño como para causar la discrepancia, por lo que muchos piensan que quizás haya una “nueva física” que encontrar.

Esta física estaría relacionada con la detección de partículas o fuerzas exóticas que podrían estar afectando a los resultados pero los resultados de Planck imponen rigurosas restricciones a esta línea de pensamiento debido a que se ajusta muy bien a la mayoría de las observaciones.

“Por el momento, no debemos emocionarnos demasiado por encontrar una nueva Física: podría ser que la discrepancia relativamente pequeña pudiera explicarse como una combinación de pequeños errores y efectos locales. Necesitamos seguir mejorando nuestras medidas e ideando nuevas maneras de explicarlo,” sostiene Tauber.