La inmigración ha mantenido al alza la población canaria incluso durante los años de la crisis y a pesar del significativo descenso de los nacimientos. Una vez superado el peor momento para la economía, y tras un periodo de ralentización, las llegadas desde el extranjero han vuelto a cobrar fuerza, hasta tal punto que en 2017 se produjo el mayor flujo migratorio procedente de otros países desde 2008, con 38.480 nuevos ciudadanos foráneos instalados en el Archipiélago.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó ayer las cifras de población a 1 de enero de 2018 y la estadística de migraciones correspondiente al pasado año, de las que se desprende que, a comienzos de este año, Canarias contaba con 2.177.155 habitantes, 22.231 más que en el mismo momento de 2017, lo que representa un incremento de población del 1,03%, el tercero más elevado del país tras los experimentados por Baleares y la Comunidad de Madrid.

El saldo migratorio con el extranjero -la diferencia entre los que vienen a las Islas y los que se marchan- se situó el año pasado en 20.367 personas, mientras que el saldo entre llegadas y salidas con otras comunidades autónomas se cifró en 1.591 personas.

El fenómeno migratorio ha compensado durante los últimos años la imparable caída de los nacimientos y el progresivo aumento de la cifra de defunciones, pese a que Canarias sigue presentando un saldo vegetativo -diferencia entre alumbramientos y muertes- positivo (437 nacimientos más que fallecimientos), mientras que en el conjunto del país ya se registran datos negativos.

De las más de 38.000 personas llegadas el año pasado al Archipiélago desde el extranjero, 6.326 tenían nacionalidad española. Los ciudadanos comunitarios alcanzaron los 17.805. Las 7.425 personas originarias de Italia constituyeron la nacionalidad más numerosa, no solo entre los naturales de la Unión Europea sino de todos los grupos que llegaron a las Islas. Les siguieron, a bastante distancia, los venezolanos (3.829), los alemanes (2.298) y los británicos (2.262), según los datos del organismo estadístico.

Por segundo año consecutivo el aumento de la inmigración ha hecho crecer en 2017 la población residente en España que, con un incremento de 132.263 personas, se sitúa en los 46,65 millones de habitantes, aunque el número de españoles se redujo debido sobre todo al saldo vegetativo negativo (más fallecimientos que nacimientos)

Así, en 2017 un total de 532.482 personas procedentes del extranjero establecieron su residencia en España (un 28,4% más que el año anterior), mientras que 367.878 abandonaron el país con destino al extranjero (un 12,4% más que 2016), según los datos del instituto Nacional de Estadística (INE) recogidos por Efe.

En la estadística se observa un aumento de la población residente en el país del 0,28% con respecto al año anterior, con lo que continúa el crecimiento iniciado en 2016 después del descenso experimentado entre los años 2012 y 2015.

A 1 de enero de 2018, la población residente en España se situó en 46.659.302 habitantes, de los que 42,08 millones son españoles y 4,57 millones son extranjeros.

Es precisamente el aumento del número de extranjeros (152.600 personas más) el que ha hecho crecer la población residente en España, ya que el número de españoles descendió en 20.337 personas debido al saldo vegetativo negativo (-76.365).