Internet ha conseguido globalizar los contenidos docentes en todo el mundo. No obstante, y consecuentemente, ha provocado que muchos alumnos prefieran quedarse en casa y realizar un aprendizaje teórico por su cuenta, antes que acudir a una clase magistral donde el profesor simplemente les proporciona los contenidos de la asignatura. Para los profesores llega a ser "frustante" impartir clases presenciales al 10% o menos de los alumnos inscritos en su clase, mientras que, para los estudiantes, los conocimientos adquiridos apenas son suficientes para aprobar la asignatura.

Medio siglo de falta de renovación metodológica parece ser una tendencia que está cambiando poco a poco en la Universidad de La Laguna (ULL). Este año, por primera vez en la Facultad de Medicina, dos docentes han decidido poner en marcha la técnica "flipped learning" o aula invertida, un método de enseñanza donde el protagonismo deja al profesor para empoderar a los alumnos. De esta manera, son ellos quienes asumen su aprendizaje, mientras que los docentes se transforman en un guía para el máximo aprovechamiento del conocimiento.

Enrique Quintero y Manuel Hernández Guerra, ambos miembros del departamento de Medicina Interna, Dermatología y Psiquiatría, han puesto en marcha este método en una de las partes de la asignatura "Patología del aparato digestivo" del Grado de Medicina. De esta manera, de los 46 temas que componen la asignatura, los 23 dedicados a la parte médica fueron impartidos mediante "flipped learning", mientras que los otros 23 de la parte quirúrgica se impartieron mediante enseñanza tradicional.

La enseñanza tradicional, como define Quintero, se basa "en una instrucción que el alumno recibe de forma grupal en clase", es decir, "la típica clase donde el rol activo lo asume el profesor, sea a modo de conferencia o como lecciones magistrales". Es el tipo de enseñanza que lleva aplicándose desde hace 40 años. Y es que hace 20 o 30 años, este modelo era "muy ostensible porque no había otra forma de aprender, o te lo comunicaba el profesor en clase o no lo cogías", explica Quintero, que admite que, con el desarrollo de internet y las herramientas digitales, los alumnos ahora tienen más libertad a la hora de encontrar los contenidos, con "mejores fuentes e individualmente".

Ante este panorama, en junio de 2017 los profesores decidieron presentar un proyecto de innovación docente a la Convocatoria de Proyectos de Innovación Educativa organizada por la Sección de Calidad, Formación del PAS y del PDI e Innovación Educativa. Fue aceptado, se les proporcionó el presupuesto para comprar las licencias de los programas indispensables para poner en marcha este método y, tan solo el mes de agosto, ambos profesores empezaron a preparar las clases. La docencia se basa en la publicación en internet de material audiovisual -hecho por el profesor o recogido de la red- u otro material bibliográfico 10 días antes de la clase presencial. De tal forma que, cuando los alumnos lleguen al aula, ya conocen el tema que se va a tratar. Así, la clase se puede dedicar a la realización de talleres de trabajo. En el caso de la asignatura que imparten Quintero y Hernández Guerra, se plantearon casos clínicos cuya respuesta se debía razonar en grupos.

La evaluación de las diferencias entre uno y otro método las han utilizado para redactar dos estudios titulados: "Peer evaluation of Flipped Classroom compared to traditional learning method in undergraduate digestive system education" y "Flipped learning based on peer instruction process favorably impacts undergraduate digestive system education". Sendos trabajos de investigación se mostrarán durante un congreso de educación médica que se celebrará en Basilea, Suiza.

Los resultados de esta conversión de la enseñanza han sido prometedores. Frente a los 20 alumnos que acudieron este curso a la parte quirúrgica (método tradicional), fueron 147 de media los que asistieron a todas las clases de la parte médica ("flipped learning"). Además, los resultados de los exámenes finales fueron mejores que los del año anterior, de tal manera que se dobló el número de sobresalientes y notables respecto al año 2016. Asimismo, en el examen final tipo test de 50 preguntas, hubo mayor número de alumnos con más preguntas correctas que en la enseñanza tradicional.

Pero, ¿cuál es el secreto? Según Enrique Quintero es el cambio del rol del profesor, que pasa de compartir una información en clase, sin que los alumnos tengan tiempo más que a copiar, a "estimular a pensar a los alumnos", es decir, a hacer que razonen. Y es que está comprobado que en una clase tradicional los alumnos tan solo interiorizan el 10% de los contenidos que se están dando. "Para muchos, esto ha sido abrirles la mente", explica Manuel Hernández Guerra.

La voz corrió por la facultad, y el pasado 12 de marzo, ambos docentes, junto a otro que imparte clases en Bachillerato, ofrecieron un curso para que otros profesores aprendieran el método. Habiendo conseguido la inscripción de más de 60 profesores, Manuel Hernández Guerra emplazó a la ULL a colaborar de forma activa en la implantación de este nuevo método para toda la universidad.