El cibercrimen cuesta al año al menos 400.000 millones de euros, según estimaciones de expertos, y es una de las vertientes criminales con mayor crecimiento interanual, por encima de la venta de drogas, según Adolfo Hernández, miembro fundador del Thiber, centro de reflexión sobre ciberseguridad.

"Nadie posee la visión global del problema", pero se calcula que tres cuartas partes de las acciones ilegítimas en el ciberespacio se relacionan con alguna variante del cibercrimen, es decir con una motivación económica, explica en una entrevista con Efe uno de los responsables de Thiber, "think tank" o centro de reflexión de referencia en lengua castellana en materia de seguridad y defensa en el ciberespacio.

El 25% restante de dichos ciberataques está relacionado con ciberespionaje, ejecutado en muchas ocasiones por actores estatales, pero también con otras motivaciones como reclamos sociales (Anonymous), religiosos, terroristas, etc, según este experto, que esta semana ha participado en la jornada ISMS Forum Spain sobre ciberseguridad con numerosos especialistas.

Algunos informes elevan hasta 500.000 millones de euros el coste anual del cibercrimen para las empresas, el equivalente al 0,8% del PIB mundial, dice Hernández.

Se trata de un negocio muy rentable que requiere de relativos pocos recursos, carece de regulación internacional en internet y los cibercriminales se aprovechan de las herramientas y ventajas de la red para extenderse sin dejar huellas, explica el experto.

Adicionalmente, la aparición del modelo de cibercrimen como servicio (CaaS o cybercrime-as-a-service en inglés) permite al autor eludir las acciones directamente criminales para limitarse a fabricar las herramientas que luego vende bajo un modelo económico muy similar al de las compañías de tecnología en el sector privado.

Esta industria como servicio es muy rentable teniendo en cuenta su crecimiento, con miles de clientes en todo el mundo que compran herramientas para cometer delitos, de los cuales muchos son empresas.