Ricardo Tur es biólogo marino y medioambiental y, a pesar de su juventud, ya ha tenido la oportunidad de visitar todos los océanos.

A comienzos de la presente primavera este joven biólogo tinerfeño regresó de la Antártida, el último continente de la Tierra en ser descubierto; el más exótico y austral, situado completamente en el hemisferio sur.

Las investigación en la Antártida es crucial para entender las variaciones del clima y sus consecuencias, su fauna y el estado de la mar, entre otras.

"Participé en una campañas científico-pesquera y en esta de la Antartida convivimos ocho nacionalidades distintas en el barco. Solo dos españoles; el oficial de barco gallego y yo. Rusos, noruegos, neozelandeses, británicos, en total éramos 26 personas de ocho nacionalidades distintas". explicó Tur.

Recuerda que tras llegar a Montevideo (Uruguay) el pasado 30 de octubre, luego "continuamos el viaje el 4 de noviembre y llegamos a Las Malvinas el 10 de noviembre, y el 11 partimos hacia la Antártida. Por medio, 25 días de navegación, hasta entrar en la zona de hielo. La misión allí se prolongó por espacio de cuatro meses. Una misión de la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos (CCAMLR) de la Antártida. El barco era de bandera inglesa, yo fui como biólogo internacional, a través de la empresa Mrag Ltd", explicó.

Fue su primera misión en la Antártida y el objetivo era "observar una pesquería de uno de los pescados más caros del mundo, que es el róbalo o merluza negra, el famoso ToothFish, que vive entre los 700 y 2.000 metros de profundidad y que son muy ricos con Omega 3", comentó Ricardo Tur, el cual destacó que al igual que con el atún rojo, "hay una pequeña cuota para todo el mundo, y como si de una competición se tratarse, la veintena de barcos que por ahí faenan deben apresurarse a capturar la máxima cantidad posible. Nuestro trabajo consistió en muestrear ejemplares de merluza negra, corales, esponjas, peces, etcétera. Mi labor como biólogo es ver quéespecies viven en la zona y cual es su estado".

El biólogo resaltó que "una vez hecho el estudio, lo que consigues es tener un mapa de lo que hay en la Antártida en distintas zonas, porque no todos los sitios donde vas a mirar hay algo. En las montañas submarinas hay mucha vida y, luego, se intenta proteger esas especies".

Tur hizo hincapié en que "para un biólogo marino ir a la Antártida es como jugar una Liga de Campeones a nivel futbolístico, y ganarla. Además, personalmente, era el último océano en visitar. Ya había hecho campañas en todos los océanos del mundo; fui al Ártico, recientemente al Antártico, y ya trabajé en el Pacífico, Índico y Atlántico. Había trabajado en todos e ir a la Antártida era como el culmen".

Ricardo Tur destacó que el de este año fue un ejercicio "con mucho hielo, y se va en verano con el deshielo para poder romperlo y llegar a tierra. Allí los animales no tienen ni idea de lo que es un ser humano. Es increíble, porque hasta los pájaros y las focas se acercan. Una de las experiencias mas bonitas fue ver cómo los pingüinos se acercaban a jugar con uno", aseveró.

"En verano siempre hay sol, con un ocaso mínimo, pero siempre es de día. La temperatura de media siempre estuvo en -5 grados centígrados, aunque la sensación térmica es mucho mayor. Bajamos pocas veces del barco, y al llegar al continente bordeamos toda la Antártida, tierra hostil donde trabajar se convirtió en todo un desafío", explicó.

Ricardo Tur

BIÓLOGO MARINO