En las distancias cortas emerge un ser amable, dicharachero, dócil... Una mujer que no tiene nada que ver con la frialdad que destilan los pasos de una lúcida octogenaria que sigue resistiendo las embestidas de una vida que le ha dado algún que otro golpe. Zancadillas e instantes de euforia se amontonan en torno a la biografía de la escritora Rosa Regás (1933), protagonista hace unos días de una cita en clave femenina que tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes capitalino. "Rosa Regás: detective de la vida". A partir de esa idea nace una charla con más contenido social que cultural, un "tiroteo" de preguntas y respuestas que descubren a una persona enigmática y crítica. "Sé que mi discurso molesta".

¿Dicen que usted es una de las "culpables" de que Chueca haya llegado al centro de Madrid?

¿Eso dicen? Lo dirán por el poco tiempo que estuve al frente de la Biblioteca Nacional. Un día se me ocurrió presentar un libro sobre homoxesualismo y llenamos varias salas. Tengo la impresión de que aquello no gustó demasiado...

¿Tanto como para que le costara el puesto?

En ese periodo logramos abrir la Biblioteca Nacional a la sociedad, pero creo que la han vuelto a cerrar... Al ministro no le agradó demasiado aquella decisión, era muy maniático para esas cosas -la última parte de su dirección coincidió con el mandato al frente del Ministerio de Cultura de César Antonio Molina- y, además, estaba convencido de que ese lugar no era para todo el mundo. La gente que acudía a la Biblioteca Nacional a leer la derivaban a otros centros algo más modestos porque entendían que no eran dignos de estar en un centro tan glamuroso.

Con lo que cuesta que la gente lea en este país, eso debió ser como intentar apagar una hoguera con gasolina, ¿no?

Algo parecido (silencio)... Me faltaron seis meses, porque yo no quería estar más de cuatro años. Por seis meses no me dejaron completar el trabajo (2004-2007). Siempre hay unas fuerzas especiales, en ocasiones invisibles pero siempre muy mal encaradas, que no te dejan acabar lo que has empezado. Sabía que solo tenía cuatro años por delante para hacer todo lo que quería y por eso trabajé tanto: la verdad es que lo hicimos casi todo, luego, vinieron los otros y se lo llevaron por delante. Aún así, yo me lo pasé muy bien. ¡Me divertí mucho!

¿Tiene la sensación de que esa obra fue como un libro inacabado?

Yo tenía un tío que se llamaba Víctor Alba al que detuvieron con 19 años los nacionales, por llamarlos de alguna manera... Lo condenaron, lo encarcelaron y lo mataron tres veces. Tres veces lo levantaron de madrugada, le vendaron los ojos y dispararon al aire. Este es el instante en el que usted se pregunta: ¿y por qué me está contando esto?

Bueno, todo tendrá algún sentido, pero sí... ¿Cuál es la conexión?

A mí tío lo trasladaron a una prisión de Barcelona y al cabo de los años le preguntaron por lo que él entendía que era España. "España es lo que yo descubrí estando en la cárcel", dijo antes de poner un ejemplo muy clarificador. En el centro penitenciario había un jardín: un espacio pequeñito algo afrancesado, pero bonito. Un día vino un director al que no le gustaba aquel jardín y decidió arrasarlo para hacer algo, según él, un poco más natural. Ordenó plantar árboles que con el paso del tiempo generarían una sombra natural. Al cabo de tres años vino otro director que pensó que aquello tampoco le gustaba y ordenó arrancarlos para crear un jardín tipo inglés, con sus pasillos y todo, que volvió a modificar el entorno. Al final, cuando mi tío cumplió sus 12 años de condena, los árboles más que árboles eran bonsáis... ¡Ni sombra, ni leches!

¿Por qué cuesta tanto en este país hallar un equilibrio político?

Porque nunca hemos sido unos demócratas. Eso no pasó jamás. Tenemos una democracia de cuatro años, algo que viene de una dictadura, es decir, que aún somos frutos del franquismo. Tuvimos una primera República que duró un año, la segunda que tuvo un recorrido de cinco años, y esto de ahora, que es una especie de democracia basada en hacer leyes y quitar derechos.

¿Llevar la bandera republicana tan cerca del corazón es un síntoma de nostalgia?

No, yo la llevo porque así en Cataluña la gente sabe quién soy, lo que pienso y, por lo tanto, no necesito que nadie me siga... Muchas personas se meten conmigo por la calle diciéndome. "No te da vergüenza, ¿por qué no llevas la de la república catalana?" A todos esos les contesto que dónde está la república catalana. Ellos, lo siguiente que me dicen es que es algo que tienen que luchar. Pues bien, el día que ya la tengan ganada me avisan e igual me lo pienso. Para materializar el cambio me tendría que gustar la de ellos tanto como la mía y, sinceramente, eso no va a ser una tarea sencilla.

¿Siempre dice lo que piensa?

Sí, ese es mi pecado y en ocasiones mi penitencia (ríe)... Soy una mujer de ideas transparente. Yo lo fui durante el franquismo. Por eso me llevé unas cuantas hostias en las comisarías. No obstante, tenía un truco para alcanzar menos leña.

¿Un truco?

Sí, yo estaba casada y tenía dos hijos que me los llevaba conmigo a las manifestaciones. A algunos eso les ponía enfermos: "No tienes vergüenza, vienes con tus hijos para que no te peguen", me criticaban.

¿Quién tiene la razón en todo esto del "procés"; no cree que se ha entrado en una dinámica destructiva difícil de reconducir?

Las dos partes han manipulado más de la cuenta. Por un lado, los independentistas hablan como si tuvieran una mayoría absoluta que jamás han tenido, ni tendrán en el futuro, y los que no lo son en lugar de confiar su voto a un partido de izquierda, porque ellos han sido gente de izquierda toda la vida, votaron a Inés Arrimadas. El problema es que las últimas elecciones no se hicieron con la intención de formar un gobierno, sino para alargar el debate de independencia sí o independencia no. La gente que nunca fue de derecha votó a Ciudadanos, por lo que aunque ellos no lo reconozcan forman parte de la derecha más dura y pura, y en el bando de los independentistas están los de derecha, que son los votantes de CiU de toda la vida y los que han sacado más votos, y los de ERC que desde mi punto de vista se han portado fatal porque llevan tres años apoyando cada una de las políticas de recortes de Convergencia y Unión (CiU). Si descontamos a los Comunes, que solo tienen un puñado de diputados, en Cataluña estamos en manos de la derecha más rancia y triste.

¿Y en medio Rajoy?

Autocoronado president de la Generalitat y que lo primero que ha hecho es conceder el dinero que tenía para las escuelas al opus, a los mismos que separan a los niños de las niñas en las escuelas.

¿Esa división por sexo no tiene mucho sentido en el siglo XXI?

Estamos volviendo a la caverna; regresamos a los años más macarrónicos de la dictatura.

¿Hay un antes y un después para la mujer tras lo sucedido el 8M?

Sí, algo ha removido en el interior de muchas personas pero no es suficiente. El poder y las armas las siguen teniendo los que no son partidarios de la igualdad entre hombres y mujeres. Esto va a seguir funcionando como quiera la iglesia católica, es decir, que en este país se te ocurre disfrazarte de nazareno y en dos patadas terminas en la cárcel.

¿Entonces, no hay esperanza?

Yo no la tengo... Aunque sea muy capitalista decirlo, el dinero se ha convertido en una prioridad absoluta. La gente no vota a Rajoy porque sea un político que les agrade, lo votan porque es el único que les garantiza la creación de unas leyes que les saca el dinero a los pobre para hacer un poco más rico a los que más tienen. Desde la época de Franco nadie había machacado tanto a la clase obrera de este país. ¿Dónde está la lucha de clases? La fórmula de tener dinero y éxito en la vida ha hecho mella en una sociedad cada vez más empobrecida. El que haya ganado durante esta crisis tiene que saber que se lo ha sacado a los pobres.

¿Algo se podrá hacer?

La única esperanza que nos queda tras el 8M es que las mujeres seamos más guerrilleras; que no nos comportemos como si fuéramos ese viejo trasto que nadie quiere y protestemos. Cuando hablo de protesta no lo limito a las manifestaciones en la calle: también se puede protestar usando nuestra cabeza para ratificar un compromiso y defender unos criterios. Eso no significa que las cosas vayan a cambiar, pero si no lo intentamos de una vez por todas habremos perdido una gran oportunidad.

"No hemos cerrado las heridas de la guerra"

Exiliada en Francia durante la Guerra Civil, la ganadora del Premio Nadal ("Azul") y del Premio Planeta ("La canción de Dorotea") cree que "no hemos sabido cerrar las heridas de nuestra guerra. Alemania, que tenía más razones de las que avergonzarse, sí que lo hizo. En este país somos muy dados a calentar el pico con historias de fachas y rojos", sostiene.

"La gente mayor debería rendirse mucho menos"

A los 84 años, Rosa Regás sigue pensando que aún le quedan muchas cosas por hacer. "Tengo conciencia de que la vida es un regalo, aunque te vaya mal, todo esto es un regalo. Existe el convencimiento de que cuando llegas a una edad ya no estás sino para esperar que llegue el desenlace y eso es un error. La gente mayor debería rendirse mucho menos".

"La lectura te lleva a universos maravillosos"

La autora de "Luna lunera" o "Música de Cámara", entre otros títulos, considera que "la lectura te lleva a universos maravillosos. Un libro despierta la imaginación, agita tus ideas, ordena una vida... No existe un placer tan sencillo de disfrutar como un rato de buena lectura. Que los niños pijos se queden con sus tablets carísimas que yo me conformo con un rato de lectura", concluye.