Nueve de la mañana. El obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez Afonso (Breña Alta, 1949), nos recibe en la sede episcopal y antes de comenzar la entrevista nos invita a visitar la capilla, para luego hacer un repaso por lo divino y lo humano. Hasta ahora han sido doce años intensos al frente de San Agustín 28, en los que se han sucedido desde el incendio y reconstrucción del Obispado a la reapertura de la Catedral.

Parafraseando el dicho, monseñor Álvarez antes de obispo fue secretario del Sínodo Diocesano, lo que le permitió una radiografía previa al inicio de la misión en la que está inmersa la Iglesia nivariense en esta Semana Santa.

Segundo obispo canario en los 200 años de Diócesis, Bernardo Álvarez parece empeñado en bajar a Dios de los altares y hacerlo presente en la realidad cotidiana, para que la experiencia de fe no se viva de puertas a fuera.

¿Cómo afronta la Semana Santa, en este tiempo de misión y como pastor de la Diócesis de Tenerife?

La Semana Santa es un período de vida cristiana intenso dentro del año. Sin duda alguna es el más significativo e importante, en el que se invita a los fieles a revivir los misterios de la Muerte y Resurrección de Jesucristo no solo como algo que recordamos con la memoria, sino como algo que vivimos y que celebramos.

La Pasión y Muerte de Jesucristo es algo que tiene que ver también con nuestra vida. Estamos necesitados del perdón y la misericordia de Dios y también de la renovación de nuestra vida cristiana.

Y eso es lo que se pretende con la Semana Santa: creer que de verdad podemos ser personas nuevas, distintas, mejores. Y ahí es donde la celebración nos ayuda y nos estimula, con la fuerza que nos viene de Dios.

¿Cuál es su exhortación pascual?

Este año, en el lema que he elegido para la Semana Santa, he intentado responder a la pregunta que aparece en el Evangelio: ¿quién es este Jesús? Como estamos en el año de la Misión Diocesana y nuestra preocupación fundamental es anunciar a Jesucristo y que las personas lo conozcan y que entren en una relación personal con él, he intentado que el mensaje sea que sobre quién contemplamos en las imágenes. No solo es un personaje histórico, que también lo es, sino que Jesús es el hijo de Dios y por eso lo van a crucificar. Lo que pretendemos es afianzar nuestra fe, la de que Jesucristo es el hijo de Dios y nuestro Salvador, y, al mismo tiempo, comunicarlo a los demás. A quienes nos visitan o a quienes admiran la estética de los pasos. A todos los invitamos a que profundicen y que ahonde sobre quién es.

¿Semana Santa, una oportunidad también para evangelizar?

En las celebraciones litúrgicas participan quienes viven la fe y, por tanto, reviven su identidad cristiana y la fortalecen. Hay otras muchas personas que, tal vez de forma ocasional, frecuentan la iglesia estos días, particularmente en las calles y en procesiones, y ahí estamos los cristianos dando testimonio de nuestra fe y al mismo tiempo de quién es Jesucristo. Ahí es donde queremos poner este año el acento. Que Jesús no aparezca solamente como un personaje histórico, sino como alguien con quien estamos en relación personal. Él mismo lo dijo: "Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo". Y ese encuentro y esa relación personal con Jesucristo es la que nos salva.

Vivimos una Semana Santa en la Misión Diocesana.

He insistido mucho, igual en el mensaje de Semana Santa, en que la Misión Diocesana no es hacer cosas diferentes, sino que a las cosas que hacemos le demos un contenido de anuncio sobre la persona de Jesucristo. Que la ocasión que nos ofrece la Semana Santa sea para anunciar a Jesucristo en las propias celebraciones. Cuando hablamos de Misión hablamos de suscitar más adhesión a la persona de Jesucristo. Queremos que la gente pueda vivir una experiencia de fe y que se sienta aquí, ahora y hoy salvado por el Señor.

¿Hasta qué punto las hermandades son un gancho para que la Iglesia no se quede en un escaparate?

Muchas personas hoy, en su mayoría jóvenes, quieren incorporarse a las hermandades y cofradías. Y eso puede ser un anuncio de la vida cristiana. Que alguien se acerque es una puerta para la fe. Valoro muchísimo la actividad y el trabajo que realizan las hermandades para visibilizar nuestra fe y al mismo tiempo ser una invitación o llamada para que otros se incorporen. Pero esto necesita no solo quedarse en sacar una procesión o desfilar por las calles, sino a lo largo de todo el año precisa una formación cristiana, participación en la vida de la Iglesia, un compromiso con los más débiles y necesitados. Las hermandades siempre las centramos en tres cosas: formación, culto y caridad. El culto está garantizado porque lo preparan muy bien y se visibiliza; en formación todavía tenemos un camino importante por recorrer y es importante animar y alentar a que conozcan de verdad la vida cristiana. Y en la caridad también están haciendo cosas interesantes las cofradías, y vemos cómo se comprometen con los necesitados, visitando también centros de mayores...

¿Comienza la Misión ahora en nuestra propia Diócesis?

Es admirable ver a los padres explicando a sus hijos el sentido de la imagen. Eso es ser misionero. Debemos ser capaces de anunciar a Jesucristo a los demás para que de alguna manera no se quede la cuestión en una exhibición.

¿Cuál es la hoja de ruta de la Misión?

Hemos celebrado "primerear", involucrarse, y ahora estamos en acompañar y fructificar. Queremos hacernos presentes entre la gente, con una presencia cualificada, y para eso se promueven acciones asequibles o posibles que están teniendo una gran acogida. Y fructificar, con lo que hago doy fruto de mi fe. Nuestra idea es que todo el pueblo cristiano sea misionero y se sienta misionero en la práctica. Cada uno en su ámbito. La Misión es permanente. Hasta ahora teníamos una pastoral en la que atendíamos a los que venían; ahora necesitamos salir al encuentro de los demás y ofrecerles el testimonio de nuestra fe.

La expresidenta de la Junta de Hermandades de La Laguna advirtió en su pregón de dificultades entre cofradías y párrocos.

Eso es normal en todas las parroquias y en todas las relaciones de la vida. Los sacerdotes y párrocos son los responsables de la vida cristiana de las comunidades parroquiales. Son los pastores y quienes guían a la comunidad.

Y que no solo están las cofradías en la parroquia.

Exacto. A veces pueden surgir dificultades, como puede ocurrir en las realidades humanas, pero no son de mayor trascendencia.

¿La estética andaluza ha relegado la imaginería canaria en algunos casos?

Las influencias del exterior son inevitables. Nuestra Semana Santa canaria tiende más a ser tipo castellana, más austera. De hecho, de eso quedan buenos testimonios en los pueblos. La exuberancia del barroco andaluz y de Sevilla también ha impregnado nuestra Semana Santa, como con la presencia de la misma Macarena o la forma de cómo se decoran los pasos procesionales. Hay una influencia en baldaquinos y tronos tipo andaluz. Lo que importa es que todo eso ayude. Si la procesión se queda en una muestra estética, pierde el sentido. Cuando llueve en nuestras Islas, corren los barrancos; deja de llover y el barranco sigue corriendo, poco tiempo, y luego se seca. A veces puede ocurrir en la piedad popular eso si no tiene un arraigo y una fuente permanente de la que se alimenta. Queremos evitar que se quede en algo estético. No hacemos procesiones para una exhibición artística, para eso hacemos un museo. Una procesión es una manifestación de fe por encima de todo.

Este año culminan los dos años extraordinarios que se dieron de prórroga al presidente de la Junta de Hermandades de La Laguna, Pedro López. ¿Es partidario de una nueva prórroga?

Cuando llegue el momento, ya veremos lo que hacemos. Es muy importante que los estatutos se cumplan, para eso están y han sido programados, para el bien de la Junta de Hermandades y de toda la actividad. El hecho de que no haya relevo no sería buena cosa. En todas las realidades sociales es muy importante que haya relevos y surja una nueva plantilla que pueda llevar adelante este servicio, y luego, si quieren, que vuelvan los que están. Eso activa; cada persona pone su impronta y enriquece a todos.

¿Actúa la Iglesia Diocesana en la búsqueda de los más alejados?

Hay una manera que viene dada por la naturaleza de las cosas, cuando te preocupas por los enfermos, mayores? y llegas también a sus familias y otras personas que pueden ser creyentes o no. Igual en los hospitales, asilos. Y con tu forma de ser, anuncias a Jesucristo. Todo aquello que tu hagas sin esperar nada a cambio a quien beneficia es a uno.

¿Cómo ve las nuevas realidades eclesiales tras el Concilio Vaticano II?

El Espíritu Santo va suscitando las realidades para que la Iglesia viva y se haga presente en el mundo de acuerdo con los tiempos. El Concilio Vaticano II hace un llamamiento a involucrarse a los laicos en movimientos y asociaciones.

¿Es una invitación a los que siempre han estado en la Iglesia?

La época en la que estamos se caracteriza por una especie de ruptura en el papel que desempeñaba la familia en la transmisión de la fe. Fui educado en la fe en el ámbito familiar, y era natural que fueras a la iglesia con tus padres y hoy se ha roto este esquema. Tenemos cristianos de nombre o que bautizan a sus hijos o se casan por la Iglesia por costumbre, sin una formación seria. Esa separación entre la fe y la vida se da mucho en los católicos de hoy. Son necesarios procesos para que la gente se forme bien y participe en asociaciones, grupos o movimientos que ayudan a vivir la fe con mayor autenticidad. Uno de los primeros objetivos es fortalecer la fe de los que ya se manifiestan creyentes y forman parte de la iglesia.

¿Ha tenido últimamente algún contacto con el papa?

Últimamente no he tenido oportunidad. Cuando voy a Roma aprovecho las audiencias generales, que es donde es más fácil saludarle.

¿Cuál era la realidad de la Diócesis que asumió hace doce años?

Asumí una Diócesis viva, como creo que sigue siendo. El trabajo con los obispos anteriores, cada uno con su manera de hacer, permitió una Diócesis con gran trabajo de los laicos en muchos ámbitos pastorales. Don Felipe apuntaló toda la actividad catequética y evangelizadora de la fe, la dimensión caritativa en todas las parroquias. Mi trabajo ha sido consolidar y dar continuidad. Con el paso de estos años se ha notado mayor índice de secularización en la sociedad. La situación de las familias cada día es más dura, sobre todo por las rupturas matrimoniales. Canarias es de las zonas donde mayor inestabilidad hay en la vida familiar, con gran repercusión en los hijos.

Habla de ruptura de matrimonios. Podría ir a peor porque se rompen parejas que no se casan.

Hay una tremenda influencia de los movimientos sociales y culturales de los últimos años que están incidiendo. Por eso necesitamos fortalecer la fe de los creyentes para que en medio de una sociedad que piensa o siente o tiene esquemas contrarios a los del Evangelio mantengamos nuestra identidad; son convicciones que nos dan vida. También veo que en la Diócesis igual no hay tanta "práctica" como antes, pero quien persevera lo hace con mayor convicción. Una asignatura pendiente es la incorporación de los jóvenes. Es cierto que hay grupos de jóvenes muy buenos, cualificados, pero una de las cosas que más me preocupa es cómo transmitir la fe a las nuevas generaciones.

También la falta de vocaciones.

Luego el problema vocacional también. Estamos en un momento duro y difícil, de escasez de vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada. Las parroquias necesitan de un sacerdote, y estos son cada vez mayores. Recientemente hemos tenido algunos fallecimientos y los relevos no vienen al mismo ritmo que la muerte.

¿La solución a la falta de vocaciones es el Diaconado Permanente?

El Diaconado Permanente no sustituye la necesidad de sacerdotes. El diácono permanente es una vocación específica que hay que promover. Pero hablamos de la falta de vocaciones sacerdotales. La gente tiende a entender la vida partiendo de sí misma, y el cristiano la entiende partiendo de lo que Dios quiere. La clave está en entender la vida como una llamada de Dios; hay que potenciar mucho la fe y que no nos ocurra que transmitimos costumbres religiosas pero no experiencia de fe.

"Cristianofobia, no; pero sí algunos ramalazos"

La periodista Pilar Rahola acaba de publicar un libro sobre persecuciones en Tierra Santa. En la sociedad tinerfeña, monseñor Álvarez no percibe una "cristianofobia abierta, pero sí que hay ramalazos". "Se habla de respeto a todo el mundo y a la libertad de expresión, pero parece que ese derecho no lo tienen los cristianos".

La prisión permanente y la pastoral penitenciaria

En los últimos días se ha abierto el debate sobre la prisión permanente revisable. El obispo habla desde la experiencia pastoral. "Tenemos un trabajo en las cárceles que está orientado justamente a ayudar a las personas con una regeneración interior", apunta. "Creo que toda persona puede ser otra; confío en el poder de Dios para cambiar a una persona".

Visita en octubre de la Virgen de Candelaria

Bernardo Álvarez confirma que la Diócesis y las instituciones avanzan en los preparativos de la visita de la Virgen de Candelaria del 12 al 27 de octubre. "Estamos preparando la logística y más en las circunstancias actuales, con los sistemas de seguridad que se exigen. Quiero una visita apostólica, misionera, pastoral, que ayude a los fieles a vivir la fe, con la Virgen María, nuestra misionera ayer y hoy", señala.

Patrona de Canarias... y del Cabildo de Tenerife

Respecto a la propuesta del titular del Cabildo de designar a la Virgen de Candelaria presidenta honoraria de la Corporación, Bernardo Álvarez delimita esta decisión a ayuntamientos -"como cuando la designan alcaldesa honoraria"- o, en este caso, al Cabildo. "Ni lo proponemos ni lo pedimos. Es decisión de las instituciones".