Hay quienes siguen recordando en el entorno de las cofradías de La Laguna que hace unos 15 años el joven imaginero Ibrahim Hernández (la Punta del Hidalgo, 1991) acudió a un pleno de la Junta de Hermandades para presentarse ante los responsables de estos colectivos religiosos. Era todavía un precoz autodidacta de 10 o 12 años sin ningún trabajo de relevancia en su currículum, pero con el suficiente valor como para tomar la palabra en público y, sobre todo, con unas ideas de futuro claras. Vinieron después algunas exposiciones en la Cuaresma lagunera, encargos de particulares, proyectos más ambiciosos... Hasta que irrumpió la crisis económica y paró todo. Las hermandades y parroquias dejaron para mejor ocasión lo de adquirir nuevas imágenes y, con ello, las potencialidades de Ibrahim como genio del arte sacro, como sucesor de los grandes de la gubia en el Archipiélago, entraron en una fase de "stand by". Tras años de espera, ayer llegó uno de esos días con los que el artista venía soñando desde pequeño: una obra suya para la Semana Santa del casco lagunero.

El Cristo de la Unción -que se integrará en el paso de los Santos Varones- es esa primera imagen para la vieja Aguere. Fue presentada en la tarde de este sábado en el transcurso de una celebración eucarística en la parroquia de Santo Domingo, presidida por el obispo y a cuya finalización intervino el historiador del arte Gerardo Fuentes. Se trata de una escultura que no solo da respuesta a aquella aspiración de su autor, sino también a un anhelo de la Cofradía de la Unción y Mortaja, que llevaba tiempo buscando el modo de incorporar otra talla.

Creada cerca del mar, en el pueblo costero de la Punta del Hidalgo, la pieza representa a un Cristo ya descendido de la cruz y que descansa en los brazos de la Virgen. "Es de tamaño natural. Si estuviera de pie tendría como 1,70 o 1,75 metros, pero en la posición en la que se encuentra mide algo menos", precisa el escultor sobre una obra que le ha supuesto unos tres meses de ejecución. No obstante, añade que el proyecto, con sus trámites pertinentes, ha llevado dos o tres años. "De esta talla se hizo primero una maqueta en barro cocido a mitad de tamaño, de aproximadamente unos 80 centímetros, y tras el visto bueno se pasó a madera, ampliando ya sus dimensiones. A continuación tuvo lugar la fase de los estucos y la policromía", expone.

"Es un paso que contaba con diferentes imágenes, que encima son de distintos autores y épocas", señala Ibrahim sobre los otros elementos de la composición a los que se tuvo que adaptar. Pese a ello, indica que pudo trabajar "bien y a gusto" para dar forma a esta imagen que, concretamente, se unirá a las de Nuestra Señora del Mayor Dolor, los Santos Varones, San Juan y la Magdalena. El trono en su conjunto -y esa es otra de las novedades de esta edición de la Semana Santa lagunera- saldrá a la calle el Viernes Santo a partir de las 13:15 horas.

Hernández explica, en relación a los últimos años, que ha capeado el bajo ritmo de encargos como ha podido, con trabajos para particulares y la elaboración de piezas para otros ámbitos hasta entonces desconocidos para él, como el Carnaval. Pero también con unas cuantas obras más o menos importantes: la Entrada de Jesús en Jerusalén que presentó en 2017 en la parroquia de San Marcos de Icod de los Vinos, varias tallas para la iglesia de la Punta del Hidalgo, una copia de la Virgen del Pino que realizó para Gran Canaria, y el busto de José Rodríguez Moure, inaugurado el pasado mes de enero en la lagunera plaza Doctor Olivera.

Hoy, igual que aquel niño que pidió intervenir delante de los popes de la Semana Santa y que con 13 años tomó un avión con destino a Córdoba para formarse, el imaginero de La Punta sigue pensando a gran escala: "A mí me gustaría hacer un paso de misterio para La Laguna. Me atraería una iconografía como es la del Cristo del Despojo, que falta en la ciudad. Me gustaría hacer algo mío". Lo dice en referencia a algún proyecto con menos ataduras estilísticas. Quizá el trabajo presentado ayer sea la llave hacia ese sueño.