En los confines del universo, a unos 9.450 años luz de distancia de la Tierra, en el halo de nuestra galaxia, se encuentra una pequeña estrella. La enana blanca es todo un "fósil bonafide" que cuenta las claves, como muchas otras, del origen de nuestro cosmos. No obstante, esta pequeña tiene un detalle especial, y es que, según las teorías de formación estelar, no debería existir.

Ni calcio ni carbono. La estrella J0023+0307 no tiene ninguno de estos metales -así se refieren en la astronomía a todos aquellos elementos químicos con un número atómico mayor a tres- básicos en su formación, o al menos eso es lo que ha aparecido en los primeros estudios del espectro visible del astro. De confirmarse su composición, la teoría de formación estelar de estrellas de baja masa quedaría "pendiente de revisión".

Los investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) David Aguado, Carlos Allende y Jonay González, junto al director del IAC, Rafael Rebolo, son los responsables de este descubrimiento que ha generado una gran expectación a nivel internacional. Parte de este impacto ha venido tras publicar su trabajo, donde analizan la composición química primitiva del cuerpo celeste, en una de las publicaciones científicas más importantes del área: The Astrophysical Journal Letters.

"Creíamos que las estrellas de baja masa necesitaban una cierta cantidad de metales para poder formarse, entre ellos carbono", explica Aguado. El especialista concreta que se pensaba que la formación de enanas blancas de estas características requerían de esos elementos químicos para adherir y comprimir masa proveniente de supernovas o polvo interestelar. Se creía, hasta ahora.

"Los modelos de formación estelar estaban en discusión, pero se pensaba probado el hecho de que necesitaban un mínimo de metales", continúa el investigador. No obstante, "la estrella ha tenido que formarse de alguna manera, porque existe", así que, una vez hecho un estudio aún más pormenorizado, será necesario una amplia revisión de la teoría que ayude a "comprender el nuevo panorama que se abre tras este descubrimiento", afirma Aguado.

El siguiente paso para este equipo de investigación es poder visualizar la enana blanca desde el país que posee el 40% de la observación astronómica del mundo: Chile. "Hemos pedido tiempo de observación en un telescopio con un espectrógrafo de alta resolución, ya que, hasta ahora, hemos utilizado uno de media resolución", explica Aguado. Con este instrumento, podrían llegar a medir incluso el hierro que contiene la estrella.

Las observaciones están programadas para verano y el equipo tiene asegurada la recogida de datos incluso, "aunque haya mal tiempo o tormentas de verano en el desierto". "Una vez hayamos podido medir los datos del espectro detallado intentaremos resolver la historia de manera inversa", incide el investigador. Y es que trataran de trazar la evolución de la estrella teniendo en cuenta el tipo de supernovas que dieron lugar a su formación.

El diamante en bruto que significa este descubrimiento tiene muchas repercusiones que las que, en un principio, este equipo podría imaginar. Ya son varios los grupos de investigación especializados que pretenden empezar a observar a J0023+0307 y este en concreto, el del IAC, gracias a este descubrimiento, está más cerca de colocarse al nivel de los cuatro mejores equipos mundiales de este campo.