Investigadores del Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA) y de la Universidad de Barcelona (UB) han descrito por primera vez un fenómeno por el cual las balsas pequeñas y los estanques temporales liberan CO2 a la atmósfera incluso cuando no tienen agua, lo que influye en el ciclo global del carbono que controla el clima de la Tierra.

La investigación, dirigida por el profesor de la Facultad de Biología de la UB Biel Obrador y por la investigadora del ICRA Núria Catalán y que publica la revista Scientific Reports, cambia el paradigma clásico sobre el papel de balsas y estanques temporales como fuentes de emisión de carbono a la atmósfera y su impacto en el efecto invernadero en el planeta.

Según ha explicado Obrador, el papel de las aguas continentales en el ciclo global del carbono es aún bastante desconocido, a pesar de su importancia, en especial en sistemas acuáticos pequeños o temporales, con períodos sin agua.

Este trabajo es uno de los primeros estudios publicados sobre los flujos de carbono a lo largo del ciclo hidrológico de sistemas acuáticos temporales, con un especial interés tanto en las áreas inundadas como en las zonas de sedimentos no cubiertas por agua, incluso durante la fase seca en verano.

Según Obrador, "hasta hace una década, se consideraba que las aguas continentales tenían un papel irrelevante en los flujos globales con la atmósfera, como consecuencia de la pequeñísima superficie que ocupan en comparación con los grandes compartimentos planetarios de carbono, como los océanos".

"Aunque las pequeñas balsas y estanques, que a menudo no superan las dimensiones de una pista de baloncesto, son los ecosistemas lacustres más frecuentes en el planeta, el grueso del conocimiento sobre el ciclo de carbono en aguas dulces estancadas proviene aún, sobre todo, de grandes lagos con agua todo el año", ha detallado.

En el estudio, los expertos han analizado los flujos de CO2 y metano (CH4) -dos gases con un poderoso efecto invernadero- en balsas temporales de pequeñas dimensiones en la isla de Menorca, con unas condiciones muy variadas y unos hidroperíodos (duración de la fase con agua) que oscilaban entre varios meses y varios días.

Según la investigación, la cantidad de CO2 que liberan a la atmósfera -cerca de dos kilogramos de CO2 por metro cuadrado y año- es similar a la que emiten las aguas corrientes con más turbulencia (ríos, arroyos y torrentes) y es un valor que triplica el flujo de CO2 procedente de lagos, embalses y lagunas permanentes.

"Los flujos de emisión de estos gases son el resultado de los procesos biogeoquímicos que tienen lugar en estos ecosistemas, especialmente para la actividad biológica de las comunidades microbianas. Según las condiciones ambientales y la composición de la materia orgánica, estos microorganismos producen gases como el CO2 y el CH4 como resultado de la respiración de la materia orgánica del sedimento", ha señalado Obrador.

Según la investigación, en un mundo afectado por el cambio global, la frecuencia y la intensidad de las sequías podrían aumentar considerablemente en algunas zonas del planeta.

Este fenómeno podría acelerar el desecamiento y la desaparición de muchos sistemas acuáticos, y, en este escenario, las emisiones de carbono desde estas extensas áreas de sedimentos emergidos podrían ser muy relevantes para el ciclo global del carbono, advierte el estudio.

En el trabajo, financiado por el Instituto Menorquín de Estudios, también han participado Lluís Gómez-Enero (Universidad de Barcelona) y otros expertos del ICRA, la Universidad de Girona, la Universidad del País Vasco, la Universidad de Uppsala (Suecia), el Centro Helmholtz de Investigación Medioambiental (Alemania) y la Universidad de Umeå (Suecia).