El programa de recuperación del Guacamayo Barbazul llevado a cabo por Loro Parque Fundación en Bolivia ha permitido no solo recuperar esta especie, que se encontraba en peligro de extinción, sino también crear para los habitantes de esta zona un negocio por la fabricación de plumas artificiales, que han vendido, incluso, a una comparsa en Bélgica.

La recuperación de esta ave forma parte del programa que desde el año 1994 desarrolla Loro Parque Fundación y con el que se ha conseguido recuperar nueve especies que estaban en peligro de extinción.

El director científico de la Fundación, Rafael Zamora, señala que durante estos años se han invertido 17 millones de dólares en la conservación de especies y entre las que se ha conseguido salvar de la extinción se encuentra el Guacamayo Barbazul, que vive en un hábitat muy especial, en El Beni, de amplias llanuras de vegetación y barro que se inundan durante gran parte del año.

Esta especie estaba amenazada porque sus coloridas plumas se utilizaban para los tocados que se lucían en la danza de los macheteros, tradicional en la zona, y que precisaban para su elaboración las plumas de unos diez guacamayos.

Zamora explica que junto con la ONG local se consiguió convencer a los habitantes de la zona de que el guacamayo estaba en peligro de extinción y a través de talleres formativos, se les enseñó cómo hacer los tocados con telas y plumas artificiales.

Los pobladores de la zona se han involucrado en la conservación de "la paraba", tal y como denominan a este guacamayo, de tal forma, señala Zamora, que se hacen concursos de tocados artificiales y se utilizan para la moda.

Se ha pasado de unos 50 ejemplares en 1995 a más de 300 en la actualidad, afirma el director científico de la Fundación, quien recuerda que en este proyecto se han invertido 1,5 millones de dólares.

Zamora cita también al Loro Orejiamarillo de Colombia como otra de las especies recuperadas y recuerda que de menos de cien ejemplares cuando se comenzó a trabajar en la zona en 1998, se ha pasado a más de 3.700 en la actualidad.

Explica que en la mayoría de los casos Loro Parque Fundación trabaja con una ONG local y se intenta involucrar a la población en la conservación del ave amenazada, tal y como ocurrió con este loro, cuyo hábitat es un tipo de palmera cuyas ramas eran utilizadas por la población local para, entre otros fines, ser usadas el domingo de Ramos.

La intermediación de los párrocos locales e incluso del Vaticano permitió convencer a los habitantes de esa zona de Colombia del uso de ramas alternativas e incluso utilizar a esta especie como reclamo turístico.

El Guacamayo de Lear, de Brasil, es otra de las nueve especies que se han conseguido librar de la extinción y, en este caso, explica Zamora, se trata un ave que vive en un bosque arrasado por el sol, en el que muchas especies no logran sobrevivir.

La pobreza extrema de la zona hacía que los huevos, e incluso el propio loro, que cría en rocas, formara parte de la dieta, pero en esta ocasión, añade el representante de la Fundación, también se convenció a la población local de que desistiera de esta caza.

El trabajo realizado por las ONG locales y los biólogos han permitido salvar a esta especie de su desaparición, indica.

El Gobierno brasileño encargó asimismo a la Fundación la reproducción del Guacamayo de Lear y envió a Tenerife dos parejas de esta especie.

Zamora indica que llegaron a finales de 2006 y seis meses después ya comenzaron a reproducirse gracias a que se pudo reproducir su hábitat al tener la instalación tinerfeña todo lo necesario, además de un tipo de palmera de la que se alimenta esta ave.

En la actualidad, se han logrado 32 ejemplares y su recuperación ha sido un éxito a nivel mundial, afirma Zamora.

En la actualidad, la Fundación participa en 35 proyectos para la protección de especies en peligro de extinción.

Otro ejemplo que cita Zamora es el de la Cacatúa de Filipinas, especie de la que recientemente se han liberado ejemplares que habían sido confiscados a expoliadores de huevos y pichones, cuya actividad estaba amenazando la continuidad de la especie.

De nuevo con la intermediación de la ONG local soportada por la Fundación, explica su director científico, ha conseguido convertir a los cazadores en guardianes y, a través de un contrato laboral, ahora velan por la continuidad de esta especie.