La trufa negra mediterránea, uno de los condimentos más caros del mundo, se ha cultivado con éxito en el Reino Unido, mientras el cambio climático amenaza su hábitat nativo.

Investigadores de la Universidad de Cambridge y Mycorrhizal Systems Ltd (MSL) han confirmado que una trufa negra se ha cultivado con éxito en el Reino Unido por primera vez: el extremo norte donde se ha encontrado la especie.

Se cultivó como parte de un programa en Monmouthshire, Gales del Sur, dirigido por MSL en colaboración con agricultores locales. Los resultados del programa, reportados en la revista ''Climate Research'', sugieren que el cultivo de trufas puede ser posible en muchas partes del Reino Unido.

Después de nueve años de espera, la trufa fue cosechada en marzo de 2017 por un perro entrenado llamado Bella. El hongo aromático crecía dentro del sistema de raíces de un roble mediterráneo que había sido tratado para estimular la producción de trufa. Análisis microscópicos y genéticos adicionales confirmaron que el hallazgo de Bella era de hecho una trufa negra de Périgord (''Tuber melanosporum'').

La trufa negra es una de las delicias más caras del mundo, vale tanto como 1.900 euros por kilo. Las trufas negras son muy apreciadas por su sabor y aroma intensos, pero su cultivo y cosecha son difíciles y lentos, y normalmente se limitan a regiones con un clima mediterráneo. Además, su hábitat mediterráneo se ha visto afectado por la sequía debido al cambio climático a largo plazo, y los rendimientos están cayendo, mientras que la demanda mundial sigue aumentando. Se estima que la industria de la trufa moverá 5.000 millones de euros anuales en los próximos 10 a 20 años.

Las trufas negras crecen bajo tierra en una relación simbiótica con el sistema de raíces de los árboles en suelos con alto contenido de caliza. Se encuentran principalmente en el norte de España, el sur de Francia y el norte de Italia, donde son olfateados por perros o cerdos entrenados. Si bien pueden formarse naturalmente, muchas trufas se cultivan inoculando plántulas de roble o avellana con esporas y plantarlas en suelos calcáreos. Incluso a través del cultivo, no hay garantía de que las trufas crecerán.

"Es una inversión arriesgada para los agricultores: aunque los humanos han estado comiendo trufas durante siglos, sabemos muy poco sobre cómo crecen y cómo interactúan con sus árboles huéspedes", dice en un comunicado el coautor del artículo, el profesor Ulf Büntgen, del Departamento de Geografía de Cambridge. "Dado que el sistema es subterráneo, no podemos ver cómo las trufas se ven afectadas por diferentes condiciones ambientales, o incluso cuando es el mejor momento para regarlas", añade.

En asociación con agricultores locales, el doctor Paul Thomas, coautor de Büntgen, de MSL y la Universidad de Stirling, ha estado cultivando trufas en el Reino Unido durante la última década. En 2015, MSL cultivó con éxito una trufa de Borgoña autóctona del Reino Unido, pero esta es la primera vez que se cultiva la trufa negra más valiosa del Périgord en un clima tan norteño y marítimo. Su árbol huésped es un roble mediterráneo que se plantó en 2008. Antes de la siembra, el árbol se inoculaba con esporas de trufa y el suelo circundante se acidificaba menos por el tratamiento con cal.

"Esta es una de las especies de trufas mejor condimentadas en el mundo y el potencial para la industria es enorme --indica Thomas--. Plantamos los árboles solo para monitorear su supervivencia, pero nunca pensamos que esta especie mediterránea podría realmente crecer en el Reino Unido; es un desarrollo increíblemente emocionante".

Los investigadores han atribuido el hecho de que las trufas negras pueden crecer tan lejos de su hábitat nativo mediterráneo como el cambio climático. "Las diferentes especies responden al cambio climático en diferentes escalas y a diferentes velocidades, y a menudo se produce un desequilibrio ecológico", apunta Büntgen, que pone de ejemplo los insectos, que pueden moverse rápidamente, mientras que la vegetación de la que dependen puede no serlo. "Es posible que las trufas sean una de estas especies de rápido cambio", sugiere.

"Este cultivo ha demostrado que la tolerancia climática de la trufa es mucho más amplia de lo que se pensaba, pero es probable que solo sea posible debido al cambio climático, y algunas áreas del Reino Unido, incluida la zona de Cambridge, ahora son aptas para el cultivo de esta especie", afirma Thomas, que no obstante, considera que, si bien las trufas son un cultivo "muy valioso", junto con sus árboles huéspedes, también son un "componente beneficioso para la conservación y la biodiversidad".

La primera trufa cosechada, que pesaba 16 gramos, se ha conservado para la posteridad, pero en el futuro, las trufas se distribuirán en restaurantes del Reino Unido.