El Nobel de Química reconoció ayer a tres científicos por el desarrollo de la criomicroscopía electrónica para el estudio de las biomoléculas, una técnica que ha permitido a la bioquímica entrar en una nueva era. El suizo Jacques Dubochet, el germano-estadounidense Joachim Frank y el británico Richard Henderson contribuyeron a crear "un método efectivo para generar imágenes tridimensionales de las moléculas de la vida", señaló en su fallo la Real Academia Sueca de las Ciencias.

A través de esa técnica, en la que la muestra se estudia a temperaturas muy bajas, cada parte de la célula puede ser capturada a nivel atómico, lo que ha permitido por ejemplo que se hayan visualizado cientos de biomoléculas o proteínas que confieren resistencia a la quimioterapia y antibióticos.

El uso de la criomicroscopía electrónica multiplica también las posibilidades de desarrollar nuevas medicinas, como ocurrió con el caso del virus del Zika.

Aunque desde principios del siglo XX se sabía de la importancia de las biomoléculas, no fue hasta la década de 1950 que se pudieron ver sus estructuras, después de que científicos de la Universidad de Cambridge lo lograran al exponer cristales de proteínas a rayos X.