Cada día que no llueva a partir de septiembre crecerá para España el riesgo de entrar en situación de sequía extrema en 2018, según expertos consultados por Efeverde, quienes aseguran que el verano más seco de la última década es fruto de un año en que el agua ha caído poco y mal.

Las precipitaciones acumuladas desde el pasado 1 de octubre -cuando comienza el año hidrológico- hasta el 1 de agosto de 2017 ascienden a una media de 507 litros por metro cuadrado (l/m2), un 12% menos del valor normal correspondiente a dicho periodo (579 l/m2).

A pesar de que el descenso no es exagerado, el agua almacenada en los embalses ha alcanzado esta semana el mínimo de la última década, situándose en el 46,5%, frente al 61,5% de la media para este periodo en los últimos diez años.

No se trata solo de que haya llovido poco, sino peor: en forma de riada y en el mar

Ese hecho se debe no solo a que haya caído menos agua, sino a que ha llovido peor, explica a Efe Ana Casals, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).

"En el otoño y el invierno hubo dos grandes episodios de precipitaciones y nevadas en el Levante, pero el problema es que casi todo fue al mar porque la lluvia cayó de manera torrencial, en forma de riadas, y ese agua no vale para nada", añade.

Casals insiste en que "la precipitación buena no es la que cae de forma torrencial y en varios episodios puntuales, sino la que se reparte durante todo el año".

Esta situación ha dado lugar a que esta semana la mitad de los embalses de las 16 cuencas hidrográficas estén por debajo del 50% de su capacidad y a que los que la superan no se alejen demasiado de esa cifra, salvo el caso de las cuencas del Cantábrico Oriental y Occidental que superan el 70%.