Una sala de espera de sillones señoriales e impolutos -hasta el punto de que hacen dudar por un momento si son de exposición- contrasta con un despacho lleno de documentos, dosieres, una estantería con papeles y archivadores, dos móviles, una agenda roja y una mochila. Podría encajar, por ejemplo, con el lugar de trabajo de un concejal si no fuese por el almanaque del papa Francisco y el cuadro modernista de la Piedad que cuelgan de las paredes, y porque se ubica en el número 28 de la calle San Agustín, en el Palacio de los Condes del Valle de Salazar, sede del Obispado de Tenerife. Quien desarrolla allí su labor es Jesús Gil Agüín, el sacerdote que estará al frente de la visita que realizará la Virgen de Candelaria a Santa Cruz y La Laguna en octubre del próximo año, y para la que la cuenta atrás ya se encuentra en marcha. En una entrevista de tono distendido, este cura de 49 años se expresa sobre el reto sin miedo a que lo comparen con otro Jesús, Mendoza -el recordado prior de la Basílica que se encargó de los últimos traslados-, y con un mensaje muy pastoral, pero en el que también cabe la aceptación de errores de la Iglesia.

Llama la atención que sea un sacerdote diocesano, y no un padre dominico, quien asuma la Delegación de la peregrinación. ¿Por qué sale de esa tutela?

La primera clave es que se trata de un acto diocesano, no de los dominicos.

Pero las otras veces que ha venido a Santa Cruz y La Laguna también era así...

Sí, pero en aquellas ocasiones se decidió ponerlo en manos de Jesús Mendoza, que en paz descanse, creo que también teniendo en cuenta su perfil, y no porque le correspondiera a la comunidad dominica. Es una acción de la Diócesis; no es que se le quite la tutela a ellos, sino que el obispo puede decidir libremente quién lleva esta responsabilidad.

Hablamos de una visita de carácter extraordinario.

Es extraordinaria porque coincide con el bicentenario de la fundación de la Diócesis y se enmarca en el ámbito misionero del Plan Diocesano de Pastoral, con ese "Iglesia en salida" al que el papa nos ha invitado. Y por analogía, la Virgen ha sido y es misionera, incluso en su aparición en Canarias. La imagen llega antes que la fe; María como que se adelanta en anunciar a Jesucristo. Son las claves de lo que vamos a celebrar: pastoral y misionero.

Muchos identificarán a la Virgen con usted, como ocurría con el padre Mendoza...

Me quedaría muy satisfecho con que después de esta visita alguno pueda decir: "A través de la imagen de Candelaria y del trabajo que ha hecho esta comisión, Cristo es alguien más en mi vida". Para mí eso sería lo ideal.

¿Cuál es el objetivo del traslado a Santa Cruz y La Laguna?

Eminentemente pastoral. La Iglesia no se entiende a sí misma si no es como evangelizadora; su razón de ser: vayan y hagan discípulos. Esa es su misión y núcleo central. Todo lo que hacemos, incluido este acto enmarcado en la piedad popular, lo llevamos a cabo para evangelizar, para decirle a esta sociedad con pérdida de valores que hoy Cristo sigue siendo buena noticia y que puede ser respuesta a muchos interrogantes existenciales.

¿Recuerda cómo vivió las visitas anteriores de la Virgen de Candelaria?

En alguna de ellas estuve en Roma estudiando. Me acuerdo de cuando vino a La Laguna, y lo hago con mucho entusiasmo. Era una labor pastoral y había que movilizar a las comunidades y lograr que la gente supiera que la Virgen venía a anunciarnos a Cristo y que había que mover los corazones. Lo recuerdo como una acción muy interesante, en la que intervienen muchísimas personas y recursos. Puede ser un acto evangelizador de primer orden.

¿Teme que lo comparen con Jesús Mendoza?

Pues probablemente ocurrirá, aunque no lo temo. No me asusta. Espero que la gente reciba bien todo lo que haga, y, como no lo voy a hacer solo, sino que coordinaré a una comisión, todos intentaremos que las cosas que se decidan salgan lo mejor posible.

En el último desplazamiento de la Virgen, Jesús Mendoza estaba ya operado y, aun así, acompañó a la Patrona. ¿Se va a hacer algún acto en su recuerdo?

No lo hemos tratado aún. Cuando hagamos el minutado se irán desgranando posibilidades y no sería descartable. Sin lugar a dudas, en esas acciones misioneras que se realizaron con la institucionalización de la visita de la Virgen, el padre Mendoza jugó un papel fundamental.

¿Para cuándo una peregrinación insular, del tipo de la que se realizó en la época del obispo Domingo Pérez Cáceres, durante la década de los 60?

No se ha hablado en ningún momento. Las circunstancias físicas y urbanas dificultan hacer una peregrinación masiva insular. Pero yo creo que el área metropolitana, que aglutina más de la mitad de la población de la Isla, representa nuestra realidad de Tenerife. Lo importante no es que la Virgen venga, sino que yo vaya, reciba y me deje interpelar por la presencia de esa imagen. En la Iglesia, las representaciones son veneradas y nos hablan de una realidad, en este caso de María, que intercede por nosotros. Es como la foto de mi padre que llevo en la cartera, que cuando la veo, si bien no es él, me hacer recordarlo y me puede emocionar.

¿Hablamos de religiosidad popular frente a lo espiritual?

No lo pondría enfrente; es parte. La religiosidad popular nace de la religiosidad natural, que es el instinto que todos tenemos de lo trascendente, que debe ser educado, crecer y madurar. Cuando lo hace, llega a la experiencia personal de la fe. Un creyente no es alguien que solo cuenta con una religiosidad natural, sino con una experiencia de fe y de encuentro. Eso significa trabajar el interior de la persona.

¿Por qué no sale en peregrinación el Cristo de La Laguna en vez de la Virgen de Candelaria?

Porque nosotros somos muy educados y dejamos a la señora primero. (Se ríe). La devoción y el aspecto maternal de María es único. Padre y madre son queridos ambos; sin embargo, la madre siempre tiene algo especial, como la cercanía, y es capaz de movernos el corazón.

¿En qué está fallando la Iglesia y qué es necesario para que esta visita sirva de algo?

El papa Francisco lo deja muy claro: la Iglesia necesita reforma y volver a ser luz y sal para este mundo y esta sociedad. Nos está diciendo que tenemos que hablarle al hombre de hoy, que no podemos estar con pautas de hace años para el momento que nos ha tocado vivir. Y el traslado de la Virgen de Candelaria viene enmarcado en esa acción misionera. Es un cambio real, de estructura, y también de formas, mentalidad, visión de la Iglesia.

¿El mensaje que ha venido transmitiendo está actualizado?

Estoy convencido de que Cristo sigue siendo hoy buena noticia; pero a veces la gente no tiene problemas con Dios, sino con la institución. Nosotros debemos hacer autocrítica y ver qué aspectos de la Iglesia no llevan a que la figura y el mensaje de Jesucristo aparezca; porque Él no está cuestionado en general, sino a veces las estructuras. Habrá que modificarlas... a Cristo no lo vamos a cambiar. Tal vez habría que alterar la forma de actuar y de presentar al Señor.

También advierte el papa de que la Iglesia no caiga en la búsqueda de poder, dinero y vanidad. ¿Es una realidad que tenemos en nuestro entorno?

Es un mal del ser humano, en todos los ámbitos de la sociedad. Y la Iglesia es una institución humana y en ella pueden existir todos esos aspectos. Debe ser arriesgada, intrépida, y quitar aquello que se nos ha pegado y que no guarda relación con el Evangelio. El papa también dice que la quiere herida más que instalada.

Y en nuestro andar por casa, ¿qué hay que modificar?

Más que hablar de institución me gusta que sea de personas, porque me veo a mí mismo. ¿Qué tengo yo que cambiar? Pues posiblemente muchas ideas que no hacen que sea un reflejo de libertad, de amor, de evangelio ante el mundo que me ha tocado vivir, y ahí estamos hablando de la conversión, que es un don y un esfuerzo personal de cada uno.

¿Se puede creer en Dios y renunciar a los curas?

Es muy complicado. Es una esquizofrenia mental; no puedo creer en Cristo y no creer en su Iglesia. Es como quien dice que le gusta mucho una marca blanca, pero que no quiere saber nada de quien la representa. Es una misma cosa: a Cristo no se le puede entender sin la comunidad de apóstoles, sin la iglesia como pueblo de Dios.

¿Se llega a esas conclusiones por la falta de empatía con algunos sacerdotes?

A veces mucha gente quiere pensar que la Iglesia es una institución perfecta, y no lo es. En ella hay pecadores, si bien el papa Francisco dice que una cosa es ser pecador y otra, corrupto. Lo primero lo somos todos, es innato al ser humano, aunque también contamos con la fuerza del Señor para sacar de nosotros lo mejor.

De forma global, al final de la visita del próximo año, ¿qué le llenaría de satisfacción?

Que haya gente de nuestro mundo que se acerque a todo lo que se celebre esos días o a la imagen de la Virgen, y que se sienta con deseos de vivir con más alegría y más esperanza, de tomarse más en serio la dimensión de la fe en su vida, y de querer ser una nueva persona.

¿Su obispo preferido?

El sacerdote Jesús Agüín se expresa con palabras amables sobre los tres últimos prelados nivarienses. "A don Damián le tengo un cariño especial porque fue el obispo de mi época en el Seminario y me ordenó; ahora está en Huesca y tiene 101 años, con plena lucidez mental", señala. "A don Felipe le tengo un afecto particular porque se fio de mí y me acompañó, a pesar de que fuera un hombre castellano. Conmigo fue siempre legal y me dijo lo que pensaba. Lo quiero y lo admiro muchísimo", explica. ¿Y el actual obispo? "Es de la casa. (Se ríe). Tiene una capacidad de trabajo única, es un hombre de Dios, que muestra pasión en el anuncio del Evangelio, al que le mueve la fe".

Un cura con tres papas

Algo parecido le ocurre al ser preguntado por los últimos pontífices: "Juan Pablo II fue el papa de mi juventud y de mi ordenación sacerdotal, y el hombre del cambio del nuevo milenio, que llegaba a todas partes y se comía el mundo. Benedicto XVI es la intelectualidad, quien ha puesto a la Iglesia en unas cotas de pensamiento únicas y un pastor humilde. Y Francisco, el Evangelio en esencia; la alegría, la misión, volver a la fuente, la renovación...".

¿Altar, pizarra o despacho?

"En los tres ámbitos me siento muy bien y los desarrollo como un servicio", apunta al referirse a sus ocupaciones actuales. "Son tres acciones que cuentan con una línea conductora: todo tiene un objetivo pastoral", manifiesta. "No doy clases para impartir conceptos, sino también para evangelizar", sostiene un cura que interpreta cada nulidad matrimonial que tiene que abordar en la Vicaria Judicial como una "tragedia humana". "Y en la parroquia te sientes pastor en primera línea", completa.

¿El futuro sacerdotal pasa por permitir que los curas se puedan casar?

El celibato opcional no tiene por qué quedar descartado. El celibato es una disciplina de la iglesia después del siglo IV, y no estamos hablando de nada ontológico o teológico. Pero, por mi experiencia personal, eso vivido desde la libertad es una riqueza para la vida personal, evidentemente no sin renuncias y sin luchas. El mismo esfuerzo de fidelidad entre dos personas lo tengo yo como sacerdote. Son proyectos de vida. O lo tienes claro o acabas flirteando.

Cuando a un sacerdote lo mandan a Roma, como es su caso, ¿es porque es buen estudiante o porque se lo quieren quitar de encima?

Hay muchas lecturas sobre esa decisión. Una es: "A ver cómo nos lo quitamos...". (Se ríe). Y la otra: "Vamos a mandarlo, que luego lo podemos exprimir". (Más risas).

O sea que, visto lo visto, le tocó lo segundo...

Puede ser, puede ser. (Se ríe de nuevo).

La popularidad que obtendrá como delegado de esta visita... ¿lo acerca a la mitra?

No entendí la pregunta porque es algo que no me he planteado nunca.

Después de este traslado, ¿lo pueden ver como un candidato a futuro obispo?

La gente que te quiere te ve papa ya directamente. En la Iglesia no nos movemos en esos parámetros, o no deberíamos. En mi caso nunca me ha empujado el "carrerismo", a pesar de que admito que tengo un carácter fuerte.