El cerebro de las pacientes adolescentes con anorexia sigue alterado tras el tratamiento, lo que eleva el riesgo de recaídas y, además, presenta diferencias "sutiles, pero impactantes" en comparación con el de las personas que nunca han tenido que luchar contra la enfermedad.

Así lo manifiesta la doctora Marina Díaz Marsá, jefa de la unidad de Trastornos de Conducta Alimentaria (TAC) del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid, que recuerda que la anorexia sigue siendo un problema de salud pública que "arruina" la vida de las pacientes y sus familiares.

Esta doctora señala que "la sospecha del impacto neurobiológico de la anorexia ha sido respaldada en continuos estudios".