La adolescencia es una etapa complicada porque en ella se producen cambios físicos, hormonales y emocionales, señala el director de la Unidad de Personalidad y Comportamiento del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo, el doctor José Luis Carrasco, quien advierte que hay que estar alerta ante la aparición de comportamientos nuevos como el mal humor, el despego o falta de autoestima, ya que se puede cronificar en el joven.

"Por lo general, es complejo lidiar con los adolescentes, pero algunas veces la vida con ellos traspasa la complejidad para convertirse en un día a día demasiado difícil", señala este especialista, quien recalca que "algunos jóvenes pierden el control de sus vidas en esta etapa, se muestran agresivos, de mal humor la mayor parte del tiempo y da la sensación de que hagamos lo que hagamos no acertamos en nuestras reacciones, ya que todo les molesta".

Según explica a Europa Press, los padres deben alarmarse cuando el mal humor deriva en una actitud de agresividad abierta, tanto verbal como física, hacia los demás. "En muchos casos el problema pasa a ser de grado clínico porque los padres han sido demasiado intolerantes al mal humor adolescente", añade.

Asimismo, los padres deben alarmarse cuando saca malas notas y antes era buen estudiante, acumula castigos, miente con frecuencia, no se asea, consume alcohol o drogas, está casi siempre de mal humor o parece no tener autoestima entre otros.

Para orientar a los padres en el arduo camino de ''lidiar'' con la adolescencia, el doctor Carrasco ha creado la primera ''Guía para padres de adolescentes malhumorados'', en colaboración con la doctora Marina Díaz Marsa, especialista en trastornos de la alimentación y la psicóloga Nerea Palomares.

Esta guía informa en las causas que originan estos comportamientos en los adolescentes; así como en la distinción entre tres términos fundamentales: personalidad, carácter y temperamento; además explica las señales para detectar al adolescente crónicamente malhumorado, y da las claves para evitar que esto ocurra.

Lo principal es saber identificar cuándo este comportamiento se ha cronificado, y esto se produce cuando se dan estos se dan estos episodios más a menudo en el resto de adolescentes que le rodean. Otra señal que muestra esta situación es que estén tristes, empiecen a suspender o tienen problemas para relacionarse.

Otros signos son: problemas para respetar las normas en el hogar; acumula castigos; insulta o agrede verbalmente de manera repetida; miente con frecuencia; no se ducha o asea; problemas con la policía; consume alcohol o drogas o si tiene conductas que indican pensamientos suicidas.

En la guía recuerdan que este es el momento de hablar con ellos, de no retrasar la comunicación y puede que, probablemente, sea necesario abordar el problema con un profesional. "La barrera más importante que aún hoy nos impide ayudar a nuestros adolescentes es mantener ideas equivocadas como "todo es fruto de la adolescencia", "ya se le pasará"", advierten. ¿POR QUÉ EL ADOLESCENTE ESTA DE MAL HUMOR?

Carrasco recuerda que es, en parte, por la llegada de las hormonas y, por otro lado, "por los enormes cambios vitales que acontecen durante la adolescencia". En ese sentido, "los cambios en el cuerpo provocan de forma simultánea una transformación en la forma de comunicarse y tratar con los adultos. Y seguimos tratándoles como niños lo que les confunde y les irrita", explica.

Por otro lado, recuerda, "su entorno también cambia, puede que incluso, los amigos, todo ello les causa inestabilidad y vulnerabilidad lo que les hace estar perdidos, con falta de autoestima (que se está construyendo), lo que fomenta el mal humor".

En la guía los expertos recuerdan que "cada hijo o hija tiene un tiempo de crecimiento, de evolución distinto". Por ese motivo, puede propiciarse el alejamiento de amigos de la infancia y, como consecuencia, la búsqueda y acercamiento a otras amistades que se sitúan en un nivel más o menos similar de maduración. Esta situación puede producir inestabilidad emocional y sensación de vulnerabilidad en los adolescentes, encontrándose a menudo perdidos y, muchas veces, sin capacidad para explicar lo que les ocurre.

PAUTAS PARA EL MANEJO DEL MAL HUMOR

Carrasco señala que hay tres clave para que los padres puedan manejar este problema. La primera es que "es importante respetarla distancia pero no perder la proximidad afectiva, acercarse a él sin preguntarle de forma agobiante, buscando los huecos en los que se abra un poco más. Por lo general hablan más cuando no se les pide".

Por otro lado, los padres deben entender que "el adolescente malhumorado lo pasa mal, no está así por su gusto"; y, finalmente, se debe de tratar "no recordarles sus dificultades, no demostrarles superioridad y dar ideas más que consejos".

Asimismo, la guía también recuerda que desde la posición de tutores no se debe entrar en la provocación de los adolescentes, ya que "si respondemos mal sólo conseguiremos desplazar su propia lucha interna a una lucha contra nosotros".

Y, sobre todo, hay que tener en cuenta que "el mal humor no es un comportamiento, es un sentimiento y los sentimientos están ahí, vienen y van, y no pueden controlarse".