Tras un prolijo trabajo de investigación que se extendió por espacio de unos nueve años, tiempo durante el cual ha ido entregando publicaciones parciales extraídas del corpus del estudio, Juan Francisco Martín Ruiz, catedrático de Geografía de la Universidad de La Laguna, ha sacado recientemente a la luz, con el sello de la editorial Mercurio, el libro titulado "Dependencia, pobreza y población en África".

Bajo la aparente frialdad y asepsia que pueden representar la sucesión de números, cifras, tablas, tasas o índices, este demógrafo descubre realidades de carne y hueso, con piel y voz, esparcidas sobre la diversidad de un continente que es hoy, en conjunto, "el más pobre del mundo", afirma. Así se proyecta una cruda realidad, de manera descarnada y a escasas millas el Archipiélago confió, que palpita y resuena a la vista de las variables que miden los parámetros de crecimiento y desarrollo.

"Ese déficit resulta apreciable en la dimensión económica del continente, en los indicadores sociales (educativos, sanitarios, poblacionales), así como en la propia estructura política, en su débil organización administrativa y la deficiente articulación territorial de sus estados, hipoteca en gran medida de su herencia colonial", subraya el experto.

Y aún estableciendo diferencias territoriales, admitiendo que existe "una brecha" entre lo que representa el África subsahariana frente a los países del África del Norte o reconociendo el grado de industrialización alcanzado por la República de Sudáfrica, lo cierto es que el retraso del desarrollo demográfico de África, la denominada crisis de la transición demográfica (sobre todo visible en los países situados al sur del Sahara) es consecuencia directa de la pobreza e incide de forma negativa en las posibilidades de crecimiento económico y progreso humano y social.

Martín Ruiz establece una relación dialéctica según la cual "pobreza y población son variables interdependientes". Y destaca el lastre que suponen "los valores limitativos de la altísima fecundidad y del fuerte crecimiento demográfico, realidades como la escasa escolarización y la elevada tasa de analfabetismo", pero introduce un factor hasta ahora poco señalado, como son las principales causas de mortalidad que azotan el continente: sida, malaria y tuberculosis, una trilogía epidémica que no solo se cobra su tributo en forma de vidas humanas, sino que genera "un gasto creciente y continuado en materia de salud y un descenso de la productividad, ralentizando el desarrollo".

Estas enfermedades provocan que los países no avancen. "Debe tenerse en cuenta que se debilitan los organismos, la población infantil afectada no asiste a las escuelas y se trunca su formación". En consecuencia, se resiente el tejido productivo.

De fondo, intercambio desigual, neocolonialismo, el fenómeno de las grandes migraciones interiores, las nuevas formas de dominación, la sucesión de cruentos y endémicos conflictos bélicos: la explotación de recursos naturales y humanos.