El mexicano José Sánchez del Río, quien será canonizado el próximo 16 de octubre, es considerado uno de los mártires de la Guerra Cristera (1926-1929), conflicto en el que murió a los 14 años y por el que es considerado un ejemplo de fe, en especial en su región natal, en el centro del país.

Nacido el 28 de marzo de 1913 en la ciudad de Sahuayo (estado de Michoacán), Sánchez del Río será nombrado santo después de que el papa Francisco firmara, el pasado enero, el decreto con el que reconocía un milagro por su intercesión.

El milagro que se le atribuye es el de sanar a Ximena Guadalupe Magallón Gálvez, una niña que nació el 8 de septiembre de 2008 en Estados Unidos y un mes después sus padres la llevaron a vivir a Sahuayo.

La pequeña enfermó al poco tiempo y se le diagnosticó un 90 por ciento de muerte cerebral, pero después de ser desconectada sobrevivió.

Según el testimonio que la madre de la niña, Paulina Gálvez, compartió en las redes sociales del Templo San José Sánchez del Río, en Sahuayo, durante el tiempo en el que la niña estuvo enferma ella fue a misa "todos los días para pedirle a Dios y a Joselito" que intercedieran por la bebé e "hicieran el milagro".

El joven Sánchez del Río mostró su interés por participar en la Guerra Cristera, diciendo a su madre que "nunca había sido tan fácil ganarse el cielo", después de que su hermano Miguel decidiera alistarse en las filas de los llamados "cristeros".

Dicha guerra civil, que causó miles de muertos en el país, nació por la confrontación entre la Iglesia mexicana y el Gobierno del presidente Plutarco Elías Calles, debido a una ley que reforzaba la separación entre el Estado y la Iglesia y que limitaba las actividades de los religiosos.

De acuerdo con lo relatado en el portal web del Vaticano, a Sánchez del Río no le permitieron ejercer como soldado, pero sí permaneció en los campamentos en Michoacán de los "cristeros", donde animaba a sus compañeros y dirigía el rezo del rosario.

A principios de febrero de 1928 fue hecho prisionero y la tarde del día 10 de ese mismo mes fue sacado de un templo de su localidad natal, desde el cual le hicieron caminar hasta el cementerio con la piel de los pies arrancada.

El niño, según cuenta la tradición, proclamaba durante el camino "ÑViva Cristo Rey!" y "Viva la Virgen de Guadalupe", frases que se convirtieron en sus últimas palabras.

Sánchez del Río fue apuñalado repetidas veces y un militar le disparó en la cabeza.

El 20 de noviembre de 2005, la Iglesia beatificó en la ciudad de Guadalajara (oeste de México) a Sánchez del Río junto con otros doce "mártires" de la Guerra Cristera, entre ellos el presbítero español Andrés Solá Molist (1895-1927) y los mexicanos José Anacleto González Flores (1888-1927) y José Dionisio Luis Padilla Gómez (1899-1927).

El entonces papa Benedicto XVI aseveró que todos ellos fueron asesinados "por odio a la fe", y que eran "cristianos activamente comprometidos con la defensa de la libertad religiosa y de la Iglesia".