Los tres científicos galardonados hoy con el Nobel de Química de 2016 son tres pioneros de la nanotecnología que, de procedencia distinta y trabajando en diferentes países y universidades, han logrado desarrollar máquinas moleculares diminutas.

El francés Jean Paul Sauvage, nacido en París en 1944, ha desarrollado buena parte de su carrera científica en su país. En 1971 se doctoró en Estrasburgo, donde hoy es profesor emérito y director de investigación emérito del Centro Nacional de Investigaciones Científicas francés (CNRS).

El área de investigación de Sauvage y su equipo está relacionado con la tipología y las máquinas moleculares, así como la fotosíntesis artificial.

Entre los logros del grupo está la síntesis de moléculas de anillos entrelazados y nudos moleculares, los sistemas rotatorios y oscilantes y los músculos artificiales a escala nanométrica.

Sauvage entró en el CNRS como investigador en 1971 y se convirtió en director de investigación del centro en 1979, puesto que ocupó hasta 2009.

Fue nombrado caballero de la Legión de Honor francesa en el año 200 y ha recibido, entre otros, el premio Luigi Tartufari de la Academia Nacional de los Lincei (Italia), la medalla Blaise Pascal de Química o el RB Woodward.

Sauvage también ha sido profesor visitante en la Universidad de Northwestern (Illinois, EE.UU.), el lugar donde enseña e investiga otro de los galardonados, el escocés James Fraser Stoddart, que nació en Edimburgo en 1942, donde se doctoró en 1966.

En 1967 se trasladó a la Universidad Queen de Ontario (Canadá), donde realizó una investigación postdoctoral y en 1970 entró en la Universidad de Sheffield, en Inglaterra.

Antes de entrar en la Northwestern en 2008, fue director del Instituto de Nanosistemas de California, adonde había llegado en 1997 procedente de la Universidad de Birmingham (Reino Unido).

Stoddart tiene vinculaciones universitarias casi en todo el mundo y su hoja de vida publicada en la web de su universidad alcanza las 66 páginas.

Durante su carrera ha recibido numerosos premios tanto en Reino Unido como en Estados Unidos, como la Medalla Davy de la Sociedad Real de Química, la Medalla Nagoya de oro, o el Cope de la Sociedad Americana de Química.

Ha publicado 1.080 artículos científicos y formado a más de 500 estudiantes desde licenciados a postdoctorados y en los últimos 25 años ha sido uno de los químicos que "ha abierto un nuevo campo en la química" por su trabajo en el reconocimiento molecular, en palabras de la Universidad de Northwestern.

En 2007, el británico The Sunday Times afirmó que Stoddart "es a la nanotecnología lo que J.K. Rowling es a la literatura infantil".

Por su parte, el holandés Bernard Lucas Feringa, conocido en el ámbito científico como Ben Feringa, nació en Barger-Compascuum en 1951 y es profesor de Química Orgánica desde 1988 en Groningen, universidad en la que se doctoró en 1978.

Su investigación es tan excepcional que está considerado como uno de los químicos "más creativos y productivos del mundo", según la Universidad de Groningen, que destaca sus variados logros en los campos de la síntesis orgánica, la catálisis, la química supramoleculares y la nanotecnología.

Entre los premios que acumula está el Spinoza de la Organización Holandesa de Investigación Científica, la medalla Van''t Hoff de la Universidad de Amsterdam, la medalla Marie Curie o el Cope Scholar Award de la Sociedad Química Americana.

Feringa -que ha sido profesor invitado en Santiago de Compostela- ha sido el primero en reaccionar y después de declararse "conmocionado" y "honrado" con el premio dijo que el galardón era para todo su grupo de investigación en Groningen.

Los tres premiados han desarrollado moléculas que se pueden controlar y que pueden desempeñar tareas, siempre y cuando se les suministre suficiente energía.

La Academia de la Ciencia Sueca considera que esos avances permitirán desarrollar nuevas materiales, nuevos sensores y sistemas de almacenamiento de energía.

El primer paso hacia una máquina molecular la dio Sauvage en 1983 cuando logró concatenar dos anillos moleculares. En 1991, Stoddart logró combinaciones más complejas y sobre las que se tenía más control y en 1999 Feringa se convirtió en el primero en construir un motor molecular.

Ese motor le permitía hacer rotar un cilindro de vidrio que era 10.000 más grande que el motor.