Desde hace unas semanas, los hermanos Loreto, Paula, Máriam, Elena, Alexia, Juan Pablo y Teresa Falcón Martín, o Samuel, Esther, Judit, Nazaret, Pablo, Gabriel y Ángel Rodríguez de Vera Montoro viven inmersos en el trajín que preparan con sus padres. Han acabado las clases y algunos compañeros salen de viaje de vacaciones, pero ellos afrontan otro viaje... a la nueva evangelización.

El matrimonio formado por Damián Falcón y Cande Martín tiene siete hijos, igual que Eduardo Rodríguez de Vera y Eva Montoro. Sin embargo, para ellos no son un obstáculo para dejar su casa, su otra parte de su familia y sus amigos y entregarse a la nueva evangelización que la Iglesia Católica desarrolla, de la mano de las Comunidades Neocatecumenales, en Malabo (Guinea Ecuatorial) y Adís Abeba (Etiopía). Ellos son algunos de los centenares de miembros de estos grupos que sintieron la llamada vocacional de entregarse a la "missio ad gentes". Detrás de ese latinazgo se descubre la invitación que realiza la Iglesia Católica a las familias que sientan la llamada vocacional y estén dispuestas de ser enviadas a cualquier lugar del mundo para entregarse a la evangelización.

Junto a los dos matrimonios, que estarán de misión en países diferentes de África, también se suma a la nueva evangelización Teresa Vera, de La Cuesta y recién graduada en Educación Primaria y a quien el destino lleva a apoyar a unas familias que están en Rusia.

Un largo camino de formación se descubre en la historia de cada una de estas familias misioneras. Los dos matrimonios pertenecen a la parroquia de Nuestra Señora del Pilar, en la capital tinerfeña, mientras que Teresa Vera, sobrina del admirado y conocido hermano de La Salle Néstor Ferrera, está vinculada a la iglesia de La Encarnación, en La Cuesta (La Laguna).

De los más de cuarenta años de presencia de las Comunidades Neocatecumenales en Canarias -estos grupos fueron fundados al amparo del Concilio Vaticano II por Kiko Argüello, Carmen Hernández y el padre Mario Pezzi-, Damián Falcón, pese a su juventud, puede dar cuenta de gran parte del tiempo que llevan estos grupos en la parroquia del Pilar. El fue uno de tantos niños que ha pasado por la catequesis de comunión, que luego se incorporó a las comunidades, donde contrajo matrimonio con Cande, natural de Granadilla, hasta tener siete hijos. Ella, ama de casa; él, repartidor y reponedor hasta que hace algunos años quedó en paro. Pero ellos aseguran haber encontrado a Dios "en las alegrías y en las penas", hasta el punto que hoy. "Olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante.... desde el punto a donde hayamos llegado sigamos adelante... Somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como salvador al Señor Jesucristo", coinciden en explicar.

Igual ocurre con Eduardo y Eva, también de la parroquia del Pilar. En su caso, llegaron desde Sevilla hace unos siete años, si bien los más pequeños de sus siete hijos han nacido en Tenerife. Ella, Eva, como Cande, es ama de casa. En el particular de Eduardo, es profesor de Religión.

Desde hace ya tiempo, en las convivencias anuales celebradas por las Comunidades Neocatecumenales, en celebraciones presididas por el obispo de Tenerife, estos matrimonios habían mostrado su disposición a seguir la vocación. De la mano de los catequistas, y acompañados por sus comunidades, han seguido participando en vida diaria de la Iglesia Católica y madurando esta llamada.

Algo similar ocurre en el caso de Teresa Vera, hija de una familia numerosa que emprende en las próximas semanas viaje para apoyar a las familias católicas ya presentes en Rusia. Precisamente en su caso, desde una vocación temprana, los catequistas la animaron a que concluyera sus estudios universitarios antes de sumarse a la nueva evangelización.

Con la alegría de la entrega al prójimo, en compañía de su familia y arropados por sus comunidades en particular y la Iglesia Católica nivariense en general, los hermanos Rodríguez de Vera, de edades comprendidas entre los 17 y los 4 años, o los hermanos Falcón Martín, de entre 16 y un año y medio, se saben parte importante en esta misión. Dejarán a sus compañeros de juegos -todos estudiaban en el colegio de las Salesianas Hogar Escuela-, para trasladarse a un destino nuevo, donde se tendrán que hacer a nuevos hábitos o sistemas educativos de Adís Abeba, con un dialecto propio, o Malabo. Pequeños y mayores cuenta con alegría estos retos; para ellos no es un sacrificio, sino una satisfacción, quizás porque durante años han participado semanalmente en la celebración de la Palabra, más la eucaristía y la convivencia mensual.

Anoche, el obispo Bernardo Álvarez presidió el envío de los dos matrimonios y de Teresa Vera, familias numerosas que han dejado la comodidad del hogar para entregarse a la nueva evangelización, donde todo es desconocido para ellos, salvo Dios.