Las reclusas del Centro Penitenciario de Jamundí, en el suroeste de Colombia, eligieron hoy en un concurso al preso más apuesto de esa prisión en la que están privados de libertad 4.600 hombres y mujeres, separados en distintos pabellones.

"Es una práctica que hacemos para que hombres y mujeres puedan relacionarse de forma respetuosa", comentó el coronel retirado Carlos Alberto Monroy Guevara, director del penal de Jamundí, ciudad del departamento de Valle del Cauca.

Lo normal para los internos en esta cárcel mixta es no poder estar en el mismo lugar con personas del sexo opuesto, pues así lo dicta la ley penitenciaria en Colombia.

Hoy, por ser un día especial, el salón múltiple del pabellón femenino estaba adornado con cortinas y fueron dispuestas sillas para presenciar el espectáculo en el que quince presos concursaron por el título de más apuesto del penal.

En un ambiente festivo, las reclusas se organizaron en grupos con el fin de comentar quién era el más guapo, el mejor vestido, la mejor sonrisa e, incluso, si había recibido los mensajes secretos enviados de un pabellón a otro.

Los concursantes, de músculos marcados, tatuajes y cicatrices de guerra, hicieron una breve presentación para las reclusas, aunque la mayoría ya tenía su favorito desde mucho antes del concurso.

La música de cantantes de rap locales hizo que las asistentes se pararan a bailar en las sillas mientras los ojos vigilantes de las guardianas del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), no dejaban oportunidad para alguna travesura o riña.

"Las guardianas son muy celosas con las internas. Hay unas que son lindas, pero uno no puede ni hablar con ellas porque nos regañan", comentaba uno de los dragoneantes, los encargados de vigilar a los quince concursantes, así como de hacer cumplir la ley en el pabellón masculino.

Sin embargo, no todas las reclusas se interesan en el concurso. Luz, una mujer madura que no quiso revelar su edad, aseguró que "esos cuentos" ya no son de su incumbencia, aunque los gritos y cantos de las otras mujeres encerradas con ella que celebran la anormalidad del día lograron "entretenerla" un rato.

Casi al mediodía ni el intenso calor del salón múltiple hizo que las reclusas invitadas se perdieran de ese momento de diversión tan alejado de su realidad cotidiana.

Después de una eliminatoria, de los quince candidatos iniciales solo quedaron dos y finalmente el animador de la fiesta, un locutor de una radio local contratado para el evento, dio el veredicto final.

Un joven de 26 años se convirtió en el "Señor Cojam (Complejo Carcelario y Penitenciario de Jamundi)", en medio de aplausos y tras una jornada que por horas llenó de libertad a estos hombres y mujeres.