Bajo la premisa de conectar con la naturaleza desde su mismo corazón, los conocidos como "hides" -escondites- se han puesto de moda y hoy, aunque austeros en su mayoría, atraen a familias y naturalistas y contribuyen a dinamizar la economía de las zonas rurales.

Son los observatorios de fauna, en ocasiones no más que una lona de colores miméticos tras la cual esconderse para fotografiar aves frente a un comedero de buitres, en medio de una llanura o junto a los corredores migratorios.

Otras, pequeños muros de madera o casetas de estrechas ventanas frente a un humedal, desde donde observar sin ser visto las numerosas especies de aves acuáticas que habitan en esos paraísos de biodiversidad.

En la actualidad, multitud de empresas ofrecen ya en sus paquetes turísticos la posibilidad de conocer los secretos de algunas de las especies animales más representativas de cada zona; de hecho, allí donde las aves constituyen uno de los "platos fuertes" para el turismo, los observatorios forman ya parte del paisaje.

El observatorio de fauna Can Teixó (La Casa del Tejón), en Girona, combina la observación diurna y nocturna con el hospedaje en una casa rural situada a escasos metros.