España no cuenta con un mapa de su suelo que aporte información sobre la capa de la tierra donde reside la fertilidad, de la que dependen el 95 por ciento de los alimentos que ponemos a la mesa.

Coincidiendo con el Año Internacional de los Suelos 2015, declarado por Naciones Unidas bajo el lema "Suelo sano para una vida sana", la Sociedad Española de la Ciencia del Suelo (SECS), fundada en 1942 y con más de 500 científicos asociados, llama la atención sobre la falta de información que existe sobre el estado del suelo en España.

Pero, ¿qué entiende la ciencia por suelo? "Suelo es hasta donde hay vida", concreta el presidente de la SECS, el catedrático de Edafología y Química Agrícola Jaume Porta, quien agrega que normalmente el suelo se extiende aproximadamente metro y medio bajo la superficie que pisamos aunque esta distancia varía dependiendo del territorio.

Del suelo depende no sólo el alimento, también el agua necesaria para la vida humana y, por supuesto, la biodiversidad.

En él habita, de forma exclusiva, el 25% de la diversidad biológica mundial y de él depende también el otro 75%.

"El problema es que el suelo y las rocas no gritan ni se quejan como los animales cuando les hacemos sufrir", ni tampoco lo vemos deteriorarse de una manera tan clara como ocurre, por ejemplo, con las plantas o los árboles que viven en él, señala el químico y vicepresidente de la SECS, Jorge Mataix.

El hecho de que la degradación del suelo no se manifieste de inmediato en aspectos como pérdida de productividad de los cultivos es una de las causas, según estos expertos, por la que los agricultores, que acaban siendo los más perjudicados por su deterioro, no sean conscientes de la importancia de mantener el suelo en buen estado.

En esa línea, Porta aplaude que la nueva Política Agraria Común (PAC) haya incorporado el concepto de responsabilidad en la concesión de ayudas, de modo que el agricultor que las recibes debe garantizar buenas prácticas.

Una capa de suelo degradada es una capa de suelo con pocos o ningunos nutrientes, apenas capacidad de retener agua y de difícil anclaje para las plantas.

Ese es el estado, que según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentan un 33% de los suelos del planeta.

La cifra es estimada, ya que hay países como España que no poseen una "auditoría" de su suelo, y donde no existen cifras que permitan conocer qué porcentaje de su capa fértil está degradada; a diferencia de lo que ocurre en el resto de la Unión Europea (donde más del 50% de los países cuentan con mapa del suelo) o en Estados Unidos.

La SECS se queja de la falta de implicación del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente con este año internacional, y solicitan la movilización de recursos económicos para que España cuente con un mapa del suelo sobre el que tomar medidas sobre el mismo con conocimiento de causa.

Estudiar el suelo, explican estos científicos, requiere muestreos horizonte a horizonte con agujeros de un metro y medio de profundidad que permitan a los edafólogos obtener datos de lo que hay bajo tierra; y es caro: unos 150.000 euros por cada hoja a una escala de 1/25000.

El mapa del suelo de España requeriría más de 16.000 hojas.

La buena noticia es que los problemas del suelo se resuelven a nivel local. "Y cada acción individual sobre el suelo nos lleva a una mayor sostenibilidad del mismo, y, por tanto, a la supervivencia colectiva", indica Mataix.

El gran reto del suelo, subraya el presidente de la SECS, es "rehabilitar territorios agrícolas degradados y evitar que se use más suelo para la agricultura".

La SECS está desarrollando a lo largo del año todo tipo de actividades para concienciar a los ciudadanos de la importancia de proteger el suelo, entre ellas exposiciones, libros, talleres, reuniones con las administraciones y ciclos de conferencias.