La cicuta, una hierba de aspecto similar al perejil y olor fétido, es una de las plantas más venenosas de la flora ibérica y se encuentra de forma muy habitual en multitud de parques y jardines urbanos, lo que desconoce la mayoría de la población.

Se trata de una especie de la familia de las umbelíferas, muy común en cunetas, caminos y jardines, que se puede confundir con el hinojo o el perejil, lo que dificulta su identificación, aunque se distingue por las manchas rojizas de su tallo, explica Ramón Gómez, profesor de Botánica en la Universidad Camilo José Cela. La cicuta puede llegar a alcanzar entre uno y tres metros de altura, posee unas flores blancas, tallo hueco y verdoso con manchas rojizas y florece desde mayo a julio.

Tiene un alto poder tóxico debido a los alcaloides tóxicos que posee, que producen unos primeros síntomas como la paralización de los nervios sensitivos y motores que derivan en una parálisis general. Sin embargo, la cicuta en sí misma no es peligrosa: solo la dosis decide si una sustancia inocua puede resultar tóxica, alucinógena o medicinal en función de la cantidad empleada.