Que un niño de dos años no conteste a un saludo, baje la cabeza o se esconda tras la figura de sus padres es una fase normal del desarrollo. Que con 12 años mantenga ese alto grado de timidez ya puede ser un problema.

Guacimara González, psicóloga con amplia experiencia en psicología infantil y evolutiva, explica que sobre los dos o tres años todos los niños tienden a atravesar por una fase de timidez que es "normal" y que se vuelve a producir un repunte en la adolescencia, cuando "los referentes principales son los iguales", los amigos.

A las edades más tempranas, la mejor estrategia para favorecer la ruptura con la timidez es propiciar el encuentro del niño con otros (la guardería, el parque...). La psicóloga considera que reacciones paternales como "responder por ellos" o conminarles a que hablen pueden ser contraproducentes a largo plazo. En el primero de los casos porque no se les da la oportunidad de vencer ese miedo a los otros y en el segundo porque se está haciendo hincapié en un comportamiento que no es malo como si lo fuera.

"La timidez no deja de ser un rasgo de la personalidad", recuerda González. Que cada vez haya más familias con un solo hijo puede influir en esa timidez, pues los niños ya no tienen oportunidad de interaccionar con otros de edades similares.

"Los niños son emocionales, se dejan llevar por el miedo", comenta, para hacer hincapié en que la timidez no es otra cosa que miedo a no saber cómo interaccionar con otros, qué decir. En las edades más tempranas ese miedo es generalizado y casi biológico. Dependiendo de la edad es más común el miedo a ruidos, a la oscuridad, a los extraños... "En niños pequeños no hay que alarmarse, solo hay que saber qué hacer", dice.

Es con el paso de los años cuando esa timidez puede convertirse en un problema y dificultar las relaciones del menor con los niños de su edad y su desarrollo escolar. "No hablan en clase, no levantan la mano, aunque se sepan la respuesta", cita Guacimara González como ejemplos de este comportamiento. En el extremo de esta situación se puede producir incluso "fobia escolar".

La psicóloga considera que un niño tímido no debería llegar a estos extremos estando en un contexto social como es el colegio. Sin embargo, matiza que en muchas ocasiones los profesores no les insisten e incluso les saltan cuando les toca responder o leer y otras, les insisten en exceso, lo que aumenta su bloqueo. Lo óptimo, recuerda, es "generar dinámicas de colaboración social en pequeños grupos" y poner el énfasis "en la detección" de un posible problema.

Guacimara González precisa que ella ha tratado casos de jóvenes que le reconocen que no tienen amigos y que no saben qué hacer para establecer ese tipo de lazos con sus iguales. "El apoyo social es un protector en psicología, es una fuente de bienestar psicológico", apunta. De ahí la importancia de desarrollar las habilidades sociales y emocionales, hasta que la inseguridad desaparece o permanece bajo control. No obstante, no hay que olvidar que los dos extremos, extroversión y timidez, son rasgos de la personalidad que permanecen también en la edad adulta.