El papa Francisco ofició hoy la misa dedicada al canario José de Anchieta, en la que afirmó que la razón de la santidad del conocido como el "apóstol de Brasil" es que "no le tuvo miedo a la alegría".

La misa se celebró en la iglesia romana de San Ignacio de Loyola, religioso español fundador de la Compañía de Jesús, a la que perteneció José de Anchieta y también el pontífice argentino.

A su llegada al céntrico templo, a las 17.50 hora local (15.50 GMT), el papa fue recibido entre vítores y ovaciones por los numerosos fieles y curiosos que se agolpaban a las puertas de la iglesia.

Y es que Roma se encuentra tomada por miles de peregrinos procedentes de diversos países del mundo que han llegado a la capital para asistir, el próximo domingo, a las canonizaciones de Juan XXIII y Juan Pablo II.

El papa Francisco presidió los ritos y leyó en portugués, si bien optó por el español a la hora de pronunciar su homilía, en la que aseguró que "no temer a la alegría" fue la verdadera razón de la santidad del misionero canario.

Al oficio asistieron, además de una amplia delegación brasileña, un grupo numeroso procedente de las islas Canarias, con unas 90 personas entre autoridades, sacerdotes y fieles.

El propio Francisco fue quien, el 3 de abril, firmó el decreto para subir a los altares a José de Anchieta (1534-1597) gracias a la llamada "canonización equivalente", es decir sin necesidad de milagros y por el reconocimiento del fervor popular.

El santo es conocido como el "apóstol de Brasil" por su labor evangelizadora y humanitaria en este país y es venerado especialmente en Sao Paulo, la mayor ciudad brasileña y de la que fue uno de sus fundadores.

Entre los asistentes al oficio religioso se encontraba el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, quien subrayó la vocación de servicio de San José de Anchieta "que engrandece a un canario ejemplar", según un comunicado del Ejecutivo regional.

El jefe del Ejecutivo afirmó que "la humildad del jesuita lagunero sólo es comparable a la dimensión de su obra" y se felicitó por la canonización del padre Anchieta en cuya persona, recordó, confluyen la entrega a una causa religiosa y evangelizadora con una relevante labor intelectual.

Tras la misa de acción de gracias oficiada en Roma por el Papa Francisco, el presidente subrayó que "los canarios podemos estar muy orgullosos" de la obra del santo José de Anchieta y debemos felicitarnos por este reconocimiento de la Iglesia hacia una persona que se entregó a los demás y es paradigma universal de humildad y caridad.

Su vocación de servicio engrandece a un canario ejemplar "y su humildad sólo es comparable a la dimensión de su obra", prosiguió el presidente canario, quien explicó que la misión evangelizadora de San José de Anchieta en Brasil es tan importante como su obra literaria y lingüística, hasta el punto de que puede considerarse como uno de los primeros grandes poetas nacidos en Canarias.

El presidente canario recordó también que el jesuita fue el autor de una gramática en lengua indígena, que permitió a los padres de esta orden religiosa acercarse a los naturales de aquel enorme territorio en su propia lengua.

Rivero dijo compartir, además, la alegría por la canonización del jesuita canario, que une su nombre en el santoral al del Hermano Pedro, canonizado en Guatemala por Juan Pablo II en 2002.

"Hoy es un día de enorme satisfacción para todos los canarios y no solo para aquellos que profesan la fe católica, sino para quienes defienden también valores universales como los que practicó en vida el padre Anchieta", apuntó el presidente canario.

A la eucaristía, que tuvo lugar en la iglesia romana de San Ignacio, acudieron las primeras autoridades religiosas de Brasil -desde donde se postuló la canonización- y los obispos de las dos diócesis canarias, Bernardo Álvarez y Francisco Cases.

También asistieron a la función religiosa el presidente del Cabildo de Tenerife, Carlos Alonso; el alcalde de La Laguna, Fernando Clavijo, el presidente del Parlamento, Antonio Castro y la diputada de Coalición Canaria Ana Oramas.

Tras la función religiosa, el presidente del Gobierno de Canarias asistió a una recepción organizada por la Embajada de España en la Santa Sede.