El trabajo no solo da alergia a los perezosos. También se la causa a otras personas que, por muy cumplidoras que sean, sufren alguna reacción de hipersensibilidad por la manipulación de sustancias ligadas a su actividad laboral.

Las alergias ocupacionales son una de las enfermedades profesionales más frecuentes, si bien los expertos consultados coinciden en que están infradiagnosticadas.

Y más ahora en tiempos de crisis, en los que el trabajador tiene miedo a consultar por temor a ser despedido o a que le cambien las condiciones laborales, señala la doctora María del Mar Fernández, del Servicio de Alergia de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.

Panaderos, peluqueros, empleados de fábricas de detergentes, medicamentos o plásticos, agricultores, personal sanitario, trabajadores de laboratorios o aquellos que manipulan madera son los que presentan un mayor riesgo de sufrir alergia ocupacional o profesional.

Constituye un gran problema sanitario por el riesgo que supone para la salud de los trabajadores afectados y tiene consecuencias tanto económicas como en su calidad de vida, debido a la disminución de la productividad y los costes sanitarios que se generan.

La característica principal de la alergia ocupacional es que los síntomas se manifiestan solo en una parte de los empleados expuestos.

Se han descrito más de 300 sustancias que pueden producir alergia en el medio laboral, si bien cada año se descubren nuevos agentes responsables.

Cuanto más industrializado es un país, mayor es la prevalencia, "porque hay más sustancias sensibilizantes", aseguró a Efe el doctor Miguel Hinojosa, alergólogo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.

Dentro de estas alergias, se pueden distinguir dos grandes grupos: las respiratorias, causadas por inhalación, y las cutáneas, que se desarrollan por contacto.

Una de cada cinco personas alérgicas en los países desarrollados sufre alergia profesional; en la gran mayoría de los casos se trata de asma ocupacional: una hiperactividad bronquial inducida por un agente específico que se encuentra en el lugar de trabajo.

La harina de cereales es uno de los principales alérgenos causantes de asma ocupacional. De hecho, a esta alergia se la conoce genéricamente como "asma del panadero" y es la más frecuente en todo el mundo.

El polvo de las maderas, principalmente las exóticas (de samba, de ukola o de ramin), el isocianato de touleno (plásticos o pinturas), persulfatos (tintes y permanentes) o enzimas como la amilasa, la bromelina o la papaína, presentes en los laboratorios farmacéuticos, son otros agentes alérgenos bastante frecuentes. Aunque no hay registros oficiales, se calcula que el 15 por ciento del asma en los adultos puede estar causado directa o indirectamente por el medio laboral.