En aproximadamente diez años, los chips genómicos serán rutinarios al nacer, permitirán secuenciar el genoma de cualquier individuo y detectar todas las mutaciones presentes en él, lo que permitirá predecir con bastante precisión el riesgo de padecer enfermedades genéticas.

Los expertos estiman que en una década ese estudio genómico rutinario al nacer, pasará a formar parte de la ficha médica del paciente, y con esta información ayudará a la hora de tomar muchas de las decisiones terapéuticas en el futuro, pues la secuencia del genoma no varía con la edad.

Así se ha puesto de relieve hoy en una jornada organizada por la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), han informado ambas entidades en un comunicado.

En la reunión, expertos de reconocido prestigio como el presidente de la SEC, Carlos Macaya; el director general del CNIC, Valentín Fuster; o el investigador del CNIC y director del Laboratorio de Nutrición y Genética de la Universidad de Tufts (EEUU), José María Ordovás, entre otros, presentan las últimas novedades aparecidas en investigación cardiovascular.

Utilizando los chips genómicos, la capacidad de predicción de riesgo es muy alta (70%) para las enfermedades causadas por la mutación de un sólo gen, como, por ejemplo, la hipercolesterolemia.

Para las enfermedades causadas por más de un gen el conocimiento actual sólo consigue predecir un 10% del riesgo genético.

"Esto se debe a que todavía estamos utilizando cribados genéticos para la identificación de las mutaciones relevantes poco densos (entre uno y dos millones de mutaciones)", según el doctor José María Ordovás.

Los chips genómicos se utilizan de forma experimental como método de investigación, aunque en algunas patologías menos comunes tienen, además, aplicación clínica.

Actualmente, en España se puede obtener este servicio solamente en centros especializados, pues su uso todavía no está extendido a los hospitales generales.

El funcionamiento de esta técnica es muy sencilla: el individuo sólo tiene que proporcionar un poco de saliva en un algodón, impregnándolo con células del interior de la boca.

De esta muestra se extrae el ADN que posteriormente se introduce en el chip que contiene decenas, cientos, miles o millones de sondas (dependiendo del modelo) y, a partir de aquí, se procede a analizar el riesgo de padecer alguna enfermedad.

"Estos análisis genéticos deberían estar circunscritos a aquellos con antecedentes familiares o con elevado riesgo detectado por métodos más clásicos", según el doctor Ordovás.