El genoma contenido en el mechón de pelo de un aborigen australiano ha puesto en duda las teorías más aceptadas sobre las primeras migraciones de África a Asia, al sugerir que no transcurrieron en una sola ola, sino en varias.

Según un estudio de la Universidad de Copenhague publicado hoy en la revista Science, el aborigen australiano es el descendiente directo de los primeros exploradores que salieron del norte de África, hace entre 62.000 y 75.000 años.

Ésa es la principal información que aporta la primera secuencia completa del genoma del aborigen australiano, descifrada a partir de un mechón de pelo que data de principios del siglo XX y procede de la región australiana de Goldfields, donado a los científicos por un antropólogo británico.

El ADN de la secuencia carece de información genética de los australianos modernos, que descienden de europeos, algo que el equipo científico considera una muestra de que los antecesores de los aborígenes se desplazaron a través de Asia y llegaron a Australia en una primera ola migratoria, anterior a las restantes.

Mientras, "los antepasados de los europeos y asiáticos permanecían quietos en algún lugar de África o de Oriente Medio, esperando aún explorar el mundo", indicó el principal autor del estudio, el danés Eske Willerslev.

El hallazgo contradice la hipótesis sentada por científicos estadounidenses y europeos a principios de los años 90, según la cual el "homo sapiens" inició desde África una única ola migratoria que llegó a todos los continentes, a excepción de América.

En cambio, apunta el estudio, los antecesores de los aborígenes australianos se embarcaron en la aventura hacia Oceanía unos 24.000 años antes que los antecedentes de los actuales asiáticos.

"Los aborígenes australianos tienen probablemente una de las historias más antiguas de población establecida de forma fija fuera del África subsahariana", dijo Willerslev en el estudio.

Para llegar a esa conclusión, el equipo comparó la secuencia de genoma del aborigen con otras 79 procedentes de individuos de Asia, Europa y África.

Los científicos eligieron un mechón de pelo de cien años de antigüedad para evitar cualquier mezcla con los descendientes europeos, precisa el documento.