Setenta y cuatro años después de su llegada a la Unión Soviética, los niños de la Guerra Civil Española que siguen viviendo en Moscú han visto hoy la película "Ispansi", inspirada en sus dramáticas vivencias.

El director del filme, Carlos Iglesias, en Rusia desde que su segunda película fue exhibida dentro del ciclo de cine español del Festival Internacional de Cine de Moscú, aprovechó su estancia para encontrarse con los verdaderos protagonistas de su relato.

"Ispansi" es la historia de algunos de los 3.000 niños españoles que huyeron de la Guerra Civil Española para caer bajo las bombas de la contienda entre la Alemania nazi y la Unión Soviética, país en el que muchos vivieron varios decenios.

Iglesias conoció su historia de mano de uno de sus maestros y amigos, y también niño de la guerra, pero para rodar la película, contactó y habló con otros 37 ''niños de la guerra''. La mayoría eran de Irún, en el norte de España, y de sus alrededores, otros de la Sierra de Madrid, pero todos viven ya hace mucho en España.

Hoy, el encuentro entre protagonistas y autor se produjo en el otro extremo de Europa, donde se citaron en la residencia del embajador español en Moscú, Juan Antonio March Pujol, que les ofreció una recepción.

Decenas de mayores, hoy todos con más de 80 años de edad, volvieron a encontrarse emocionados: primero conversaron los unos con los otros, y luego rodearon a Iglesias para preguntarle por su película y también contarle sus vivencias y recuerdos.

Experiencias que a menudo coinciden con el relato del filme, y otras veces no, porque como dijo el cineasta a Efe, el argumento de "Ispansi" se basa en la historia de dos niños, aunque hoy en Moscú muchos se han reconocido en algunas secuencias de la película.

"Muchos creen que es un documental, pero no, es una película de ficción. No es la vida particular de nadie, y algunos quieren recobrar la conciencia del momento concreto", dijo Iglesias después de hablar con los ''niños''.

Desde la residencia del embajador, los invitados fueron llevados a una sala de cine no comercial, acogedora y familiar, casi escondida en una vieja fábrica a orillas del río Moscova, donde el director pudo compartir su pequeña historia con los que un día fueron niños, y siempre serán ''niños de la guerra''.

Durante las casi dos horas de película, fueron muchos los que lloraron en silencio en la sala, emocionados.

Lágrimas que también pudo ver Iglesias cuando se encendieron las luces y los aplausos demostraron al director el agradecimiento que sintieron aquellos que lo inspiraron.

"Me encanta estar con ellos, y además creo que es un homenaje que les debemos", dijo el cineasta antes de la proyección.

Virtudes Compañ, de 83 años, que llegó a Rusia desde San Sebastián, en la costa norte peninsular, "la ciudad más bonita de España", como dijo orgullosa a Efe, se levantó nada más terminar la película para abrazar al director y agradecerle que haya "contado la historia tal y como fue", tras lo cual Iglesias no pudo evitar que se le humedecieran los ojos.

Nicolás Gregorio, bilbaíno que a sus 83 años desprende una envidiable vitalidad y lucidez, recuerda que la evacuación que vivió a principios de la guerra fue tan larga como la relatada en "Ispansi".

"Cuando evacuamos estaba en la casa de Odessa, y también tuvimos que esperar durante dos días en Stalingrado por una locomotora, y otros dos días en Saratov. La evacuación empezó en agosto y no llegamos a nuestro destino hasta finales de diciembre", cuenta.

Campañ, que a lo largo de su vida ha recogido historias de muchos de sus compañeros de exilio, relata cómo un grupo de niños tuvo que recorrer un largo camino desde las estepas del sur de Rusia hasta la ciudad de Ufá, al sur de los Urales, una historia casi calcada a la de los protagonistas de la película.

"Mes y medio estuvieron esperando a la intemperie por el tren.Tuvieron que ir andando por la nieve hasta Ufa, y muchos quedaron hundidos en la nieve hasta la cintura. Cuando alguien caía, todos gritaban ''No miréis, no miréis'', porque si ibas a ayudarles, allí te quedabas", relata conmovida.