Después de 51 días de asambleas, tiendas de campaña, insignias de "No nos representan" y pegatinas que rebautizaban la plaza de La Candelaria como la del 15-M, movimiento de protesta que se instaló en ella, este espacio santacrucero vuelve a llamarse por su nombre original.

Desde que la policía desalojó anoche los últimos restos de una acampada que sirvió a este colectivo de "indignados" de centro neurálgico y en la que se llegaron a reunir a varios centenares de personas para pedir una democracia más participativa, la plaza de La Candelaria luce hoy la que era su imagen habitual, turistas paseando y personas buscando el mejor descuento de las rebajas.

Uno de los portavoces del movimiento 15-M, Sergio García, ha asegurado que, con el desalojo de esta acampada, se pone punto y final a una etapa y se da comienzo a otra, centrada en difundir el mensaje por barrios y pueblos.

Otra de los "indignados", Yolanda Felipe, destaca que "la lucha seguirá", con o sin las tiendas de campaña levantadas en esta plaza, pues los problemas continúan para aquellos que, como ella, tienen dos carreras, hablan varios idiomas y no tienen trabajo.

Antes líder de esta acampada y ahora portavoz de Democracia Real en Tenerife, Guillermo Vega, hace hincapié en que el futuro está en los grupos de trabajo que su plataforma ha creado para denunciar la privatización de la sanidad pública en Canarias, la crisis económica en España o el rescate de Grecia.

Aunque algunos de ellos volverán a acampar hoy para denunciar la carga policial que dicen que hubo para desalojar la acampada en San Telmo, en Las Palmas de Gran Canaria, y que causó 20 heridos, la plaza de La Candelaria ha vuelto a ser esta mañana el centro de compras al que estaban acostumbrados los tinerfeños.

Así lo indica un empleado de una cafetería de esta zona, quien asegura que sus clientes se quejaban con frecuencia de la suciedad y el mal olor que se respiraba en la plaza, próxima a la terraza de este local.

Sin embargo, desde otra cafetería de comida rápida ubicada varios metros más abajo, la opinión es otra y dicen que, gracias a la acampada, aumentaron de forma puntual las ventas de hamburguesas, bocadillos y perritos calientes.

La mayor parte de los comerciantes consultados coinciden en estar de acuerdo con las bases de este movimiento, no obstante, prefieren que no vivan en la plaza, pues consideran que da una mala imagen a la ciudad.

"Los turistas han sido los principales perjudicados de esta acampada", asegura el encargado de la franquicia de ropa frente a la que se ubicaron los "indignados".

En su opinión, los turistas se asustaban y evitaban pasar por este espacio, ante su desconocimiento, lo que provocó que las ventas cayeran sobre todo las primeras semanas.

La responsable de una multinacional situada en la plaza también agradece que la acampada haya llegado a su fin, ya que, aunque la convivencia con los "indignados" ha sido buena durante estos 51 días ya era necesaria un poco de limpieza y orden en la zona.