A.K. era un niño soldado que huyó del campo de adiestramiento militar en Costa de Marfil y ya no puede regresar, porque está en busca y captura. Es uno de los miles de inmigrantes africanos llegados a Canarias cuyo testimonio "escalofriante" relata la periodista Dory Merino en "Náufragos con GPS".

Dory Merino ha ejercido el periodismo durante una veintena de años, los últimos dedicados a la información social y de inmigración, y ha escrito "Náufragos con GPS" con la intención de sacar a la luz "para que pervivan" las historias de personas "que no naufragaron en el camino", pero que en algunos casos, al llegar a Europa sí vieron naufragar sus sueños y esperanzas.

"Hemos visto su presente (al llegar a las costas canarias) pero no nos importa su pasado ni tampoco nos interesa su futuro porque nos hemos deshumanizado", apunta la autora, que presenta el libro el miércoles en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Laguna.

"Náufragos con GPS" cuenta además con un anexo fotográfico de Desirée Martín, Premio "Ortega y Gasset" en 2007 por la imagen de los ocupantes de un cayuco en las costas de Tenerife, y que colabora en el periódico tinerfeño "El Día", donde Dory Merino trabaja como redactora desde hace doce años.

"Las historias reales de los inmigrantes superan la ficción un rato", explica Merino, quien detalla que el libro es la ampliación de un capítulo de su tesis doctoral, "Inmigración irregular africana y prensa en Canarias 1999-2003", ya que recoge nuevos datos de la investigación realizada hasta 2009, entre ellos, la llegada de cayucos.

Por ello la primera parte de "Náufragos con GPS" aborda asuntos como la inmigración infantil, los enfrentamientos institucionales entre los gobiernos central y el canario y entre éste y los cabildos, los informes de organizaciones como Human Rights Watch y del Defensor del Pueblo.

También se incluyen los testimonios de niños llegados en cayucos, como el de A.K., uno de los inmigrantes que puede decir, como el capítulo a él dedicado: "Si vuelvo a mi país, me matan".

A.K. estará entre el público que asista a la presentación de "Náufragos con GPS" pero no puede ser fotografiado, porque está en busca y captura en Costa de Marfil tras huir del campo de adiestramiento adonde lo metieron por la fuerza unos militares en 2008, cuando en el país ya había toque de queda.

Él relató a la periodista cómo "los hinchaban a droga" y de hecho tiene secuelas físicas de su paso por el campo, de donde huyó por las alcantarillas y acudió a despedirse de su familia, que le hizo un entierro "oficial" para que A.K. "desapareciese del mapa y de la vida", añade Merino.

Desde allí llegó a Mali y se enteró de que había barcazas con destino a Europa que partían de Mauritania, por lo que "se buscó la vida" hasta viajar a su nuevo destino y entonces se encontró con que no tenía el dinero suficiente para embarcar que le pedía "el típico listillo que organizaba los viajes, nada de mafias".

A base de insistencia pudo embarcar en un cayuco alguien como A.K. y el resto de sus acompañantes, que no tenían ni idea de lo que era el mar, desconocían la distancia hasta Canarias, pasaron el viaje comiendo galletas y vomitando y el que manejaba a duras penas el GPS "se dormía todo el rato".

Finalmente arribaron a La Gomera, donde les dieron mantas, comida caliente y un techo y A.K. pensó: "este país huele bien".

Pero de nuevo le entró el pánico cuando lo embarcaron en un avión del que se quiso arrojar porque pensó que lo devolvían a Costa de Marfil. Su destino era el centro de internamiento de inmigrantes de La Esperanza (El Rosario), en Tenerife.

Para su sorpresa, allí se encontró con una "aparición": un conocido de Mali, Musa, quien viajó a Canarias en un cayuco que naufragó y en el que murieron quince personas, entre ellas su mejor amigo.

Musa trabaja ahora en una granja tinerfeña y se ha enfrentado a pruebas dolorosas, como el fallecimiento de su bebé cuando ya había salido del centro de internamiento.

Él regentaba la tienda familiar de zapatos en Mali y pagó unos mil euros para viajar en cayuco a Europa, una suma que le habría permitido comprar un billete de avión al que no pudo acceder porque la Embajada de España niega el permiso necesario para un desplazamiento "por la vía regular".

Dory Merino también advierte de que A.K., el niño exsoldado, cumple los requisitos para solicitar asilo en España pero prefiere "buscarse la vida" como un inmigrante más a asumir el riesgo derivado del pequeño margen de posibilidades de que le sea denegado y por lo tanto, devuelto a su país de origen, algo "que le da pavor, un miedo espantoso a que le corten el cuello".

"Náufragos con GPS" es "la parte más humana del trabajo periodístico" más allá del simple recuento numérico de cuántos inmigrantes han llegado a las islas, pues son seres humanos que viven "apenas a una hora y media de vuelo desde Canarias, más cerca que de Madrid, y que huyen de la miseria en busca de un futuro mejor, porque el mundo es la casa de todos", resume Dory Merino.