A 30 años del descubrimiento del sida en el mundo en 1981, los pacientes infectados por el VIH han guardado una estricta fidelidad a los tratamientos antirretrovirales, con los que han sellado un matrimonio de por vida.

La OMS ha recordado esta semana, con motivo del Día Mundial de la Salud, que vivimos en una era en la que dependemos de los antibióticos y de otros antimicrobianos para tratar enfermedades que eran mortales hace algunos decenios, o solo algunos años, como en el caso del VIH/sida y, por ello, es necesario protegerlos.

Aunque su curación es todavía un reto para la comunidad científica, las terapias antirretrovirales han conseguido que se convierta en una patología crónica.

Al principio había que tomar diariamente "multitud de pastillas", ha explicado Mikel Martín, quien se define así mismo como un "superviviente" desde que se infectó en 1995. Ha sufrido además lipodistrofia, la pérdida de grasa o su acumulación en zonas concretas debido a un efecto adverso de la medicación y del propio virus.

Mikel confiesa que tuvo que arriesgarse si quería vivir. El médico le dijo: "Mira, chaval, estás mal. Estamos empezando un tratamiento con el que llevamos 6 meses y, si lo quieres, necesitamos que nos autorices".

"Con esa medicación recuperé la vida y la lipodistrofia la estoy corrigiendo con la cirugía, después de que se reconociera como un servicio más del Sistema Nacional de Salud", ha comentado.

Las cosas han cambiado, según el doctor Vicente Estrada, especialista en sida y otras enfermedades infecciosas del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, porque los fármacos desarrollados en los últimos 5 años han reducido los efectos secundarios y, entre ellos, el más temido: la lipodistrofia.

Hasta un 40% de los pacientes que utilizaron los primeros fármacos desarrollaron algún grado de lipodistrofia, mientras que hoy en día el porcentaje de nuevos casos es menor al 2% a los 2 años de haber iniciado el tratamiento y, además, presentan "síntomas sutiles", ha puntualizado el experto en declaraciones a Efe.

La medicación es ahora "sencilla y cómoda": una sola pastilla diaria en lugar de un cóctel de retrovirales. Esto ha mejorado enormemente la adherencia al tratamiento, algo determinante porque su incumplimiento puede llevar a la aparición de resistencias y a la progresión de la infección por VIH al estado de sida con mayor rapidez.

Estrada ha reconocido que la alianza entre personas seropositivas y antirretrovirales les ha permitido vivir con la enfermedad, si bien un nuevo fenómeno inquieta a los investigadores: los afectados que cumplen ahora cuarenta y tantos años sufren una vejez precoz.

Así, con quince años de adelanto con respecto a la población general padecen patologías cardiovasculares, colesterol, osteoporosis, variedades de cáncer y deterioro neurocognocitivo.

El investigador ha insistido en que no se puede bajar la guardia en la prevención del VIH utilizando el preservativo, porque "se le ha perdido el temor bajo la creencia de que ya nadie se muere" por esta infección.

Se ha registrado un repunte entre homosexuales que apenas superan los veinte años y también en la población inmigrante, "un problema importante de salud pública que quizá no esté suficientemente afrontado", ha apuntado el doctor, para advertir además del "incremento notable" de la denominada profilaxis pre-exposición.

A ella recurren personas que tienen relaciones de riesgo y que toman antes los antirretrovirales, para evitar la adquisición del VIH pese a exponerse a él, después de que algunos estudios hayan demostrado que esto es eficaz en la prevención del sida.

La presidenta de CESIDA, Udiárraga García, ha dicho que ninguna otra enfermedad ha conseguido tantos avances en tan poco tiempo, pasándose en 30 años "de la muerte a la vida" sin perder la esperanza de que, en breve, se pueda erradicar.

Udiárraga ha exigido que la crisis económica no suponga un recorte de las ayudas en la lucha contra el sida, especialmente de las destinadas a los países desfavorecidos.

Se estima que en España 130.000 personas están infectadas por el VIH, aunque un 40% de ellas no lo sabe, y cada año se incorporan entre 3.000 y 4.000 nuevos infectados. De estos últimos, la mayoría son, a partes proporcionales, hombres que tienen sexo con hombres e inmigrantes.