El cambio climático amenazará al 58 por ciento de los vertebrados y plantas en las áreas protegidas de Europa hacia el año 2080, según un estudio coordinado por el CSIC, que alerta de la futura vulnerabilidad de la red europea Natura 2000.

El trabajo, afirma hoy el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, analiza la potencial distribución de 585 especies de vertebrados terrestres y 1.298 plantas del continente.

Según sus conclusiones, hacia el año 2080, el 58% de las especies de vertebrados terrestres y de plantas presentes en Europa podría perder las condiciones climáticas para subsistir en las áreas protegidas de cada país.

Al mismo tiempo, estas pérdidas podrían afectar al 63% de las especies incluidas dentro de la red Natura 2000.

El estudio, publicado en el último número de Ecology Letters, analiza asimismo la eficacia de las políticas de conservación en el 75% de los vertebrados terrestres y el 10% de las plantas del continente.

Europa posee la red de conservación más extensa del mundo.

Junto a la áreas protegidas que designa cada país, la Unión Europea creó la red Natura 2000 para asegurar la supervivencia de la biodiversidad a largo plazo.

Tal y como indica el estudio, esta red abarca 27.661 zonas, es decir, 117 millones de hectáreas que suponen el 17% de la superficie de los 27 países que integran la UE.

"Las áreas protegidas conservan mejor las especies frente a los efectos del cambio climático, pero la red Natura 2000 es más vulnerable y podría perder más especies", explica el investigador del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales Miguel Araújo, principal autor del estudio.

Si las zonas de conservación designadas por cada país son más efectivas es porque suelen situarse en zonas montañosas, que actúan como "refugios climáticos".

En la red Natura 2000, en cambio, las especies son más vulnerables porque viven en llanuras y ahí los efectos causados por el clima se intensifican.

El trabajo confirma que Europa sufrirá serios impactos, especialmente en el sur.

No obstante, en Escandinavia y en las zonas de alta montaña como los Alpes, los Pirineos y los Cárpatos, los efectos se notarán menos.

Araújo explica que "las especies repartidas ampliamente por toda Europa se beneficiarán de la subida de las temperaturas, pero las que toleran el frío y que viven en zonas del norte y en altitudes altas deberán hacer frente a grandes amenazas en el futuro".

El estudio señala que sería conveniente volver a clasificar las áreas de conservación que ya existen y designar nuevas zonas.

También sugiere mejorar los mecanismos de gestión integrada del paisaje para facilitar el desplazamiento de las especies entre las distintas áreas de conservación.

"Hasta ahora se ha pensado que el éxito en las estrategias de conservación implicaba aislar las áreas protegidas de posibles amenazas. No obstante, para que sean efectivas, deben mitigar los impactos del cambio climático, además de conseguir una gestión sostenible de los hábitats y ecosistemas", destaca Araújo.

A su juicio, otras posibles acciones deberían incluir medidas de adaptación al cambio climático con un margen de 20 a 50 años, dependiendo de la velocidad de las transformaciones en cada ecosistema.