Las cifras de desfibriladores instalados en lugares públicos en la mayoría de países europeos quintuplican a las de España, lo que nos posiciona a la cola de Europa en este sentido. Así se asegura desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC), que ayer presentó las últimas novedades en la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares y en concreto de las arritmias, con motivo de la X Reunión de la Sección de Electrofisiología y Arritmias, que se celebra hasta hoy en Sevilla.

Los cardiólogos reivindicaron la deficiencia de España en cuanto al número de desfibriladores semiautomáticos ubicados en zonas públicas. En la actualidad, solo se cuenta con programas de desfibriladores en áreas concretas del país, como en la ciudad de A Coruña o en la provincia de Girona, así como en ciertos hoteles y restaurantes de Madrid que se han unido para crear "zonas cardiosaludables".

Según el presidente de la sección de Electrofisiología y Arritmias de la SEC, Ignacio Fernández, "no solo deberíamos multiplicar por cinco el número de desfibriladores disponibles, sino que resulta imprescindible, además, que enseñemos a la población a utilizarlos. Ya se está barajando la posibilidad de realizar una asignatura obligatoria en los colegios y en las autoescuelas".

Asimismo, los especialistas reclamaron una ley que regule su instalación para salvar más vidas, del mismo modo que sucede con los extintores.

"Es mucho más probable que un desfibrilador salve una vida que un extintor", afirma Fernández. El uso de un desfibrilador multiplica por cuatro las posibilidades de supervivencia del individuo que acaba de sufrir una parada cardiaca.

Uno de los temas más destacados del encuentro es la prevalencia de la muerte súbita en España, con unos 40.000 casos en España cada año.

La mayoría de muertes súbitas suceden en personas adultas a causa de la cardiopatía isquémica, que impide que el corazón reciba la sangre necesaria a causa de la arteriosclerosis.

El reto para los cardiólogos es detectar a tiempo la muerte súbita en los jóvenes, pues en más del 50% de los casos la primera manifestación de la enfermedad es la propia muerte súbita.