El agotamiento de la capa de ozono, que es el escudo que preserva a la vida en la Tierra de niveles nocivos de radiaciones ultravioletas, han llegado a un nivel sin precedentes en el área del Ártico, debido a una presencia "constante" en la atmósfera de sustancias que acaban con la capa de ozono y a las temperaturas "sumamente frías" de la estratosfera durante el invierno.

Según ha informado este martes la Organización Meteorológica Mundial, las observaciones practicadas sobre el Ártico desde la Tierra y desde globos de observación, así como desde satélites, revelan que la columna de ozono perdida en esa región llega hasta el 40 por ciento desde el inicio del invierno hasta finales de marzo, mientras que la mayor pérdida de ozono de la que se tenía constancia hasta la fecha era de un 30 por ciento aproximadamente en todo el invierno.

Así, la pérdida récord del ozono es "un hecho" a pesar del acuerdo internacional por el que se ha conseguido reducir "enormemente" la producción y el consumo de sustancias químicas que destruyen la capa de ozono y que debido a su larga vida atmosférica pasarán "varios decenios" hasta que estas concentraciones recuperen los niveles anteriores a 1980, año de la firma del Protocolo de Montreal.

El conocido como agujero de la capa de ozono es recurrente cada invierno y primavera por las temperaturas extremadamente bajas de la estratosfera. En el Ártico, las condiciones meteorológicas varían mucho más de un año a otro y las temperaturas son siempre más cálidas que en la Antártida, por lo que la pérdida de la capa de ozono en algunos inviernos es casi imperceptible en algunos inviernos árticos. Mientras, las frías temperaturas de la estratosfera en el Ártico que se prolongan más allá de la noche polar a veces pueden redundar en una pérdida sustancial de la capa de ozono.

SIN PRECEDENTES, PERO PREVISIBLE

La OMM apunta que, a pesar de que este invierno ártico fue más cálido de lo normal en la superficie terrestre, en la estratosfera hizo más frío que de costumbre para esta época del año. El grado de destrucción de la capa de ozono en el Ártico en 2011 no tiene precedentes aunque para la OMM era previsible.

Según los expertos, el agotamiento del ozono estratosférico sobre las regiones polares se produce cuando las temperaturas caen por debajo de -78 grados centígrados, porque a temperaturas tan bajas se forman nubes en la estratosfera. Las reacciones químicas que convierten los gases de depósito inocuos en gases activos que agotan la capa de ozono se producen en las partículas de las nubes y como resultado provoca la rápida destrucción de la capa de ozono si hay luz del sol.

El objetivo de Protocolo de Montreal, por el que se prohibieron los clorofluorocarbonos (CFC) y los halones, compuestos que se utilizaban en los frigoríficos, los botes pulverizadores de aerosoles y los extintores de incendios, espera que la capa de ozono exteriores a las regiones polares se recupere entre 2030 y 2040 con respecto a los niveles de 1980. Por el contrario, se prevé que el agujero de ozono observado en la primavera antártica persista hasta 2045 o 2060 y que en la región ártica se recupere probablemente uno o dos decenios antes.

En este sentido, el secretario general de la OMM, Michel Jarruad, ha advertido de que la estratosfera ártica "continúa siendo vulnerable" a la destrucción del ozono causada por sustancias relacionadas con las actividades humanas y ha añadido que el nivel de pérdida de la capa de ozono registrado en un invierno particular depende de las condiciones meteorológicas.

"La pérdida de ozono registrada en 2011 muestra que debemos mantenernos alerta y vigilar de cerca la situación del Ártico en los próximos años", ha concluido.