Doce kilos de judías y nueve de carne han bastado para arrancar la sonrisa de los pequeños haitianos que han podido disfrutar de una auténtica fabada asturiana, elaborada en Puerto Príncipe por el cocinero español Darío Barrio.

Barrio acompañó esta semana a los miembros de la ONG española Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF) en su viaje a Haití para conmemorar el primer aniversario del terremoto que hace un año acabó con la vida de 300.000 personas.

En Madrid, el cocinero llenó su maleta de judías, chorizo, panceta y morcilla "porque pensé que por lo que había visto por televisión lo que había era necesidad de comida", señaló hoy en una entrevista en Puerto Príncipe.

Con la colaboración de los cocineros del hotel Montana de la capital haitiana, Barrio preparó a primera hora de la mañana la fabada para repartir a última hora del día en uno de los muchos campamentos de refugiados que, un año después, siguen dando cobijo a miles de familias.

"A lo largo de 24 años de profesión y considerando todos los viajes que he realizado, este ha sido uno de mis servicios más especiales", explicó Barrio.

En su mente está ahora marcado con especial intensidad el momento de la llegada al campamento, "porque nos estaban esperando", y aunque "al principio alguno ha sido reacio, en cuanto un chaval se ha puesto un plato, el resto ha venido detrás. Se ha organizado una cola y no ha faltado para nadie".

"El campamento era un solar con cuatro palos y una lona encima, y sin luz, y los platos han sido cubos de plástico", añadió.

Apasionado de los niños, Barrio recuerda especialmente el contacto con ellos en ese momento.

"A mi me encantan los niños, yo tengo dos, y tener a estos ahí y poder sacarles sonrisas es increíble. No va a solucionar ningún problema, porque mañana estarán exactamente igual que como estaban hoy, pero si puedes sacarles una sonrisa con lo que yo se hacer, es muy satisfactorio", dijo.

En una de la zonas más humildes de la capital haitiana, el cocinero siente que ha sido fácil hacer feliz, aunque sea momentáneamente, a gente que sufre todo tipo de carencias.

"Estos días he sentido cierta envidia sana, porque a mi me gusta mucho estar activo. No puedo estar sentado en un sofá. El poder ver lo que los BUSF han hecho aquí un año más tarde y en una situación de emergencia ha sido brutal", explicó.

La hermandad que se genera en unos minutos, "porque la vida son muchos minutos, pero sólo son unos los claves", entre la gente que comparte un objetivo común, es muy especial, y a ellos, a los bomberos, el tiempo y la experiencia que pasaron aquí les va a marcar para el resto de su vida".

"Hoy he entendido el porqué del viaje que he hecho y poder verlo aunque sea de espectador me ha encantado", precisó Barrio.

Sobre la situación de Puerto Príncipe señaló que "vienes pensando que no se ha hecho nada, pero sí se ha hecho, aunque queda mucho por hacer. Creo que falta un liderazgo para aprovechar los recursos locales, que son los más importantes a fin de cuentas".

"Puede que se haya avanzado, pero también tengo la sensación de que el haitiano se ha acostumbrado a vivir en su miseria, en una ciudad devastada por un terremoto brutal y viven así como pueblo, es muy duro", aseveró.

Durante los días que ha compartido en Haití, la colaboración entre Barrio y los miembros de BUSF ha dado lugar a futuros planes que se podrían concretar en la celebración de una comida solidaria en España con el objetivo de recaudar fondos para la reconstrucción de varios colegios en la capital haitiana.

Además, y con la ayuda de Nadine Cardozo, propietaria del hotel Montana de Puerto Príncipe, la ONG española planea poner en marcha cursos de formación en los que el cocinero tendría un papel fundamental.

"Siento que robarle esta semana de trabajo a mi día a día, que no es fácil, ha sido el principio de algo", concluyó.